La escuela que piensan los chicos de hoy

Esta entrada está dedicada a mi hijo menor Matías, que me inspiró a pensar la escuela desde su mirada.

Escena de fin de semana: voy manejando el auto trayendo en el asiento de atrás a mi hijo de 7 años (2do. grado) que me dice de la nada:

«- Mamá, no estaría bueno que la escuela fuera toda por Youtube? Que te manden los videos, eso sí… por canal privado; que tenga un campus además, todo on line… no estaría bueno?».

Yo aturdida por el pensamiento desescolarizante de mi hijo respondo intentando argumentar a favor del valor de la escuela: «- Bueno, ¿pero cómo conocerías a tus compañeros y cómo te harías amigos así?».

Sin mediar segundo mi hijo responde «- ¡Por hangout!!!!» con tono de «¡es obvio mamá!»… (se refiere al sistema de videoconferencias de Google)

Sigo pensando argumentos y retruco «-Pero así no podrías arreglar planes como el que acabás de hacer para jugar» y subiéndome la apuesta me dice: «¿Arreglás por mail y te pasás la dirección y vas a la casa!» ya bufando casi molesto de que yo no comprendiera la simpleza de lo que me estaba explicando…

Luego me repite «- ¿O no que estaría bueno? ¿Por qué la escuela no es así?»

Este pensamiento de Matías no es particular de él: representa el sentir de una generación. Y no me refiero al clásico encasillamiento de los «nativos digitales» sino a la descripción de los rasgos de una generación que respira tecnología desde su nacimiento más allá del uso que luego hagan con ella.

Volviendo al relato, ya abatida en mi contra-argumentación, decido llamarme a silencio. Pasan unos segundos y el pequeño pensador me pregunta: «¿De dónde salen los metales?». Yo, entre confundida y agradecida por el cambio de tema, comienzo a explicar el tema de las minas. Pero apenas doy algo de información él comienza a explicarme a mí los diferentes tipos de minas que hay y descubro que tiene una gran cantidad de información al respecto por lo que le pregunto de dónde la sacó ante lo cual me responde: «- De Minecraft! Quiere decir que Minecraft entonces no está equivocado…» agrega. Paréntesis para explicar un poco de qué se trata ésto a quienes no son padres de hijos de esta edad.

Minecraft es un videojuego muy famoso entre los chicos desde 5 años en adelante. Permite construir ciudades, armar situaciones y escenarios, crear un mundo virtual muy rico y variado que cada vez puede ampliarse más. Tal es la riqueza del videojuego que se ha creado una versión educativa de él dentro del proyecto Minecraft Edu ya que jugándolo los chicos aprenden gran cantidad de contenidos y desarrollan habilidades y estrategias de conocimiento sumamente valiosas.

En ese punto de la situación  debo decir que mi pensamiento fue ¿con qué le toca hoy que «competir» la escuela?. Y ahí recordé cuando de chicos no queríamos ir a la escuela para escaparnos a la plaza, ir a andar en bici, jugar a la pelota o a las muñecas, juntarnos con amigos para jugar, etc. y me dí cuenta de que era mucho más fácil para la escuela tener aquel «enemigo» tan claramente diferente.

La escuela ha sido pensada en todas épocas de manera diferente a futuro, intentando buscar soluciones a los problemas no resueltos, tratando de recuperar de las críticas algunas ideas para mejorar. Charlando este tema con mi colega y amiga Paloma Kipersain me recordó este maravilloso relato de Isaac Asimov del año 1951, «Cuánto se divertían«, en donde se pensaba una escuela del futuro con «maestros automáticos» y desde donde se mira con añoranza la escuela «del pasado» (que sería la actual»), a la que se identifica claramente con el entretenimiento, la interacción y el interés. ¿Tal vez sea esta fantasía de «desaparición» de docentes y escuelas lo que tracciona a seguir sosteniendo el espíritu conservador y antitecnológico en las instituciones educativas?

Ya unas horas después de la charla pensé en todos los argumentos que podría haberle dado a mi hijo y descubrí, con cierta desilusión, que los que encontraba no eran a favor de la escuela sino buscándole las contras a la «escuela on line»: que no todos tienen acceso a la banda ancha en su casa; que la propia banda ancha se te puede caer y te quedarías sin escuela; que los problemas técnicos podrían hacer que te pierdas la escuela, etc. Pero me pregunté por qué no podía encontrar argumentos a favor de la escuela. Para alguien como yo que lleva 27 años! trabajando en escuelas, comprenderán que este planteo no resulta un tema menor.

El problema actual radica en que la escuela, centro de difusión histórica de la información y el  conocimiento, compite con Internet que es EL lugar de acceso fácil y rápido a toda la información y -como si fuera poco- se constituye en una fuente inagotable de motivación de los intereses más diversos . Es decir: la escuela ha encontrado su némesis! y se ha generado una competencia sumamente desigual en donde parece que la escuela corre con todas las de perder de entrada. Inmediatamente pensé en la conocida frase: «si no puedes vencerlos… únete a ellos!». Claro que algo que parece de lo más razonable y obvio a las nuevas generaciones como la «escuela online» no parece ser una idea razonable para las instituciones educativas.

Cristóbal Cobo, en una excelente presentación realizada para TEDx, explica el concepto de aprendizaje invisible: las personas (y los chicos en particular) aprenden muchas cosas en entornos no escolares que resultan saberes imprescindibles y que se obtienen de manera autónoma en espacios y tiempos diferentes a los de la escuela. Esos conocimientos resultan sumamente poderosos ya que se construyen sobre el interés genuino de los chicos. Sin embargo, las instituciones educativas consideran invisibles estos aprendizajes y los desestiman frente el conocimiento «académico», que paradójicamente es el que despierta menor interés en los chicos. Los aprendizajes invisibles que se van adquiriendo resultan sólidos y duraderos mientras que los escolares terminan lográndose a los fines de «aprobar» y pasar a otro nivel del sistema.  Si la escuela fuera capaz de conocer esos aprendizajes hoy invisibles para ella e incorporarlos, seguramente se lograría aprendizajes con mayor sentido. Pero en su lugar, reacciona resistiendo, prohibiendo o expulsando estos conocimientos de la escuela: «no se puede traer el celular a la escuela»; «usá la computadora en el recreo»; «no te distraigas con el telefonito» son algunas de las frases características que se escuchan.

Las instituciones educativas se toman mucho tiempo y esfuerzos para repeler estos aprendizajes que se constituyen en su mayoría sobre la base del uso cotidiano de las tecnologías de. Pero también hay que observar que se repele todo aquello que no llega por la «vía académica», cualquier idea o concepto que proviene de un ámbito «exterior» a la escuela mientras que la escuela se mantiene en una burbuja en donde existen reglas y normas que son sólo válidas y aplicables en ese ámbito, como si se tratara de una sociedad diferente a la del contexto en el cual está inserta. De allí que el «conocimiento espontáneo» (Delval, 2000) resulte un conocimiento de «menor nivel»  frente al escolar y que no se considere valioso para las acciones de enseñanza.

Ahora bien… en este escenario la pregunta es cómo la escuela puede tender puentes entre esos intereses de los chicos y lo que busca enseñar, de manera tal que logre posicionarse al menos como un lugar con algún atractivo para las nuevas generaciones. Salvo que a alguien le guste «la onda retro»o sea muy conservador, si le dan a elegir entre aquello que te interesa, te facilita la vida y te permite aprender más frente a algo anterior que no tiene utilidad ni aplicación concreta, lógicamente vamos a elegir lo nuevo. Las escuelas ya no tienen margen para «resistir» el ingreso de la tecnología para facilitar el aprendizaje, salvo que quieran fracasar o suicidarse. No se trata de una falsa antinomia de «libros vs computadora» o «pizarrón vs pantalla»: se trata de la necesidad de repensarse y adaptarse a nuevas necesidades sociales, generacionales y pedagógicas.

Cuando la epidemia de la Gripe A en el año 2009, el sistema educativo temió «colapsar» ante la imposibilidad de concurrir a las escuelas para prevenir el contagio. Sin embargo  chicos, familias y maestros no solo sobrevivieron perfectamente a la experiencia sino que también existieron algunos casos en donde se vio la oportunidad de innovar a través de la puesta en marcha de campus virtuales, páginas web, blogs o simplemente el uso del mail para actividades de enseñanza. Si eso se pudo lograr, quiere decir que «la escuela online» no es una utopía y de hecho hasta puede ser una opción de aquellos que están interesados por acercarse a la experiencia del «homeschooling» o la llamada «escuela en casa». En mi próxima entrada prometo adentrarme en esta línea para conocer un poco más cómo se vive desde la experiencia concreta y desde «el otro lado de la escuela» una práctica diferente a la habitual y rutinaria concurrencia cotidiana a las instituciones educativas.

Todo esto es claramente un gran desafío para los docentes. Por lo pronto sigo pensando que me gustaría sumar hoy argumentos concretos para poder sostener el por qué aún es importante que los chicos vayan todos los días la escuela, sacando las insustituíbles cuestiones de socialización para todos y las de asistencia para poblaciones vulnerables.

Espero que me ayuden a seguir pensando la escuela juntos…

7 comentarios

  1. Muy bien, Débora… Ahora, pregunto, cómo cambiamos la escuela, cómo frena,los esa inercia rutinaria que la lleva a repetir siempre los mismos rituales, serializar, estandarizar, compartumentrar, limitar, y anular todo rapto de creatividad e individuación de nuestros niños?

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    • Es la pregunta del millón Pablo! En lo personal creo que el cambio es una conjugación de factores al estilo «que se alineen los planetas»: un equipo de conducción decidido a transitarlo es clave. Creo también que es necesario un cambio curricular que toque la estructura organizacional de la escuela, obligando a los docentes a trabajar juntos, a colaborar y compartir, a armar verdaderos equipos. Si no cambia la organización escuela tal como la conocemos hoy con las configuraciones de espacios y tiempos tradicionales, no creo que podamos cambiar demasiado. Y claramente me parece que el tema de la inclusión de las TIC en la enseñanza es impostergable, así como desarrollar una escucha y observación sostenida de los chicos y alentarlos permanentemente en su creatividad y conocimiento.
      Utopía total… pero sigo creyendo que se puede!

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  2. Interesantísimo el planteo. Coincido en que hay mucho que pensar, repensar y replantear pero creo que el eje también tiene que pasar por impulsar la voluntad de cambio y dejar de lado prejuicios.

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  3. La escuela es una institución conservadora por definición; estamos justamente tratando de cambiar su definición. Por otra parte, es peligroso manejar con anarquistas detrás! (yo no podría manejar y responder esas preguntas al mismo tiempo…)

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  4. AH!! no te puedo creer! mis hijos de 5 y 9 también están metidísimos en eso del minecraft y hasta el más chico cuando le conté que había un relato sobre el golem, un día que me contó toda su historia, me pidió que se lo leyera. Lo que no sabía es el mod educativo!! gracias por darlo a conocer!.
    En cuanto al artículo en sí, realmente no puedo creer que aun con todo lo que insisten sobre la importancia de las TIC se las ignore en su práctica más elemental. Un ejemplo, un día me llama la directora para llamarme la atención porque cada vez que pasaba por mi clase las chicas (era escuela de mujeres ese particularmente) estaban siempre usando el celular. Le expliqué que yo las dejaba porque en realidad primero les había enseñado cómo bajarse un libro que estabamos leyendo y que no todas tenían lector pdf pero sí java en el celu y podían leerlo igual transformando su extensión. Bueno, en fin, que igual me pidió que en realidad fotocopiaran el libro o lo compraran porque sino yo iba «contra» las normas del colegio y eso las «confundiaría» para respetar las normas. Le expliqué que el libro tenía fácil 250 páginas, que era caro tanto fotocopiarlo como pagar más de $100 por él y no era fácil encontrarlo usado por ser una novela medianamente nueva. No le importó… como a mí tampoco me importó sus razones y terminé pidiendole a las chicas que «leyeran» con cuidado para que no me retaran porque usaban celular en clase.
    La escuela de hoy, aun las privadas, casi no cuentan con biblioteca o laboratorio asique cómo podemos pretender que encima dejen usar tecnología no?

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