¿Cómo es la vida cotidiana de un docente?

Me está costando mucho escribir para el blog. Y me doy cuenta de que me cuesta porque los últimos meses me sentí atacada como docente por diferentes lados. La verdad que cuando uno piensa un blog como éste lo hace con la idea de compartir y transmitir propuestas o ideas para mejorar, para avanzar… no para denunciar o quejarse. Pero sinceramente es que no encuentro en los últimos tiempos un espacio para generar algo así y por eso es que a veces opto directamente por no publicar.

Hoy pensaba que quizás podría encontrar una manera más positiva de escribir y se me ocurrió este tema: contar para quienes no lo saben, cómo es la vida cotidiana de un docente. Y tomé la decisión de hacerlo porque realmente cansa escuchar la enorme serie de prejuicios e imprecisiones acerca de lo que es la docencia como trabajo.

Voy a hacer un relato parte en primera persona y parte referido a la vida de los maestros recién graduados, que conozco muy bien porque me lo relatan quienes han sido mis alumnos del profesorado. Como es diferente la dinámica de trabajo de maestros y profesores, tomaré como referencia ambos casos.

Comienzo por contar que soy una docente «privilegiada»: como ejerzo la docencia desde hace más de 25 años mi salario se compone en un 120% de la antigüedad. Eso quiere decir que estoy en el «techo salarial». En cualquier caso, aún debo seguir dando clase en tres turnos: mañana, tarde y vespertino. Eso significa por ejemplo que dos días por semana no veo a mis hijos mas que unos minutos cuando se despiertan y los encuentro dormidos cuando llego. El resto de los días no tomo turno vespertino porque mi esposo, también docente, toma esas horas de trabajo y alguien debe quedarse con los chicos. En lo personal, llevo 22 años trabajando en los tres turnos.

Compenso salarialmente con otros trabajos profesionales a los que he podido acceder formándome en el campo de la educación. De allí que, a pesar de estas extensas jornadas, podemos salarialmente sostener adecuadamente a nuestra familia.

Eso sí: dicto cuatro asignaturas diferentes y tengo ocho comisiones de alumnos, lo cual implica tener a cargo un promedio de entre 200 y 300 alumnos por cuatrimestre. Debo preparar las clases y materiales para todas las clases y corregir todos los trabajos, lo que me insume una gran cantidad de horas extra en la semana además de las clases que dicto y que implica utilizar los fines de semana completos durante el transcurso de los cuatrimestres.

Para un maestro que recién ingresa a la docencia, la vida transcurre de manera similar.  En el mejor de los escenarios logra acceder a una jornada completa que le permite no tener que trasladarse entre turnos. Mayormente tiene que tomar suplencias que pueden durar 3 días y luego cobra los pocos días que pudo trabajar, luego de esperar de 3 a 7 meses después. Como no puede sostener su vida así, se vé obligado en general a tomar un turno en escuela privada (a donde muchas veces le pagan peor que en la pública pero es más estable) y hace suplencias en el otro turno para lograr acceder en algún momento a un cargo mejor en la pública. Muchos se anotan también en la escuela de adultos, con lo cual completan su salario trabajando también en tres turnos.

Es importante saber que los docentes además solemos no poder asistir a los actos escolares de nuestros hijos; casi nunca podemos llevarlos o buscarlos a la salida de la escuela ya que sus horarios coinciden con los nuestros; nos trasladamos durante el día de una escuela a la otra; gastamos en comida y transporte y cuando llegamos a nuestra casa agotados de la jornada, nos enfrentamos a la tarea de nuestros chicos y a sus razonables pedidos y demandas luego de haber atendido los de los alumnos con quienes trabajamos. Pero claro… para eso está la vocación dicen por ahí! Aunque los otros trabajadores también tienen jornadas extensas, nosotros tenemos la «obligación» de conservar el buen humor, la paciencia, la escucha y la tolerancia.

A pesar de esto, por alguna extraña razón ha quedado en el imaginario social una vieja idea de que los docentes trabajan 3 horas diarias y tienen 3 meses de vacaciones. Sin embargo, cada año las clases terminan más tarde (fin de diciembre) y recomienzan más temprano (nos reintegramos el 13 de febrero este año). Pero como si fuera poco, estamos obligados a tomar nuestras vacaciones -cuando podemos- en el momento más caro del año ya que son inamovibles.

Poro otro lado, la mayoría concurre a trabajar estando enfermos, ya que gestionar las licencias médicas es tan complejo que resulta más fácil asistir con fiebre o sin poder hablar que curarse. Pero claro, después hablan del presentismo «como premio». ¿Qué pasaría si nuestros gobernantes y legisladores tuvieran que someter su salario al presentismo? Seguro muy pocos lo cobrarían entero.

Raras ideas persisten… esas que nos ponen a los docentes en un lugar de «objetivos» para que la sociedad y los jefes de gobierno nos disparen, nos acusen y nos degraden. Con seguridad tenemos colegas que faltan a la ética, que no son responsables, que especulan con la asistencia. Pero… ¿y todos los demás que trabajan incansablemente a costa de perder salud, tiempo con su familia, etc.?

Una sociedad que quiere avanzar y mejorar necesita de la educación. Y los maestros y profesores son piedra fundamental en esto. Denigrándolos y pauperizándolos estaremos cada vez más lejos de lograr estas cosas. En los últimos años no paramos de escuchar descalificaciones de los gobernantes hacia los docentes, en el afán de responsabilizarlos por sus propios desaciertos y errores.

Así vivimos los docentes. No somos aristócratas, «mujeres mantenidas», mártires o gente que trabaja «solo porque quiere». Somos seres humanos que necesitamos vivir con un sueldo; que aspiramos a darle un futuro a nuestros hijos y que -por sobre todo- elegimos una profesión que nos gratifica y enorgullece pero que no nos hace resignar nuestra lucha cotidiana por ser reconocidos como nos corresponde. Todos los trabajadores tienen ese derecho… ¿por qué en nuestro caso debería ser diferente?

9 comentarios

  1. Toda la sociedad se cree con derecho a decidir qué ycómo.deben actuar los maestros en su vida escolar cotidiana. también opinar sobre lo que debemos ganar….si está bien, se no es mucho, etc. Debemos escuchar de los 3 meses de vacaciones, pero cdo a esas personas lo invitás a conocer algo de esat profesión salen volando….
    Cómo duele ser MAESTRO en estos momentos…
    Cómo duele sentirse solos en estos momentos…
    Cómo AMO ser maestro a pesar de todo…

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