¿Cómo nos recordarán nuestros alumnos?

Hace unos días una mis queridas estudiantes del profesorado, Clara (a quien dedico esta entrada por haberla motivado), me mandó por mail un video una charla Ted de Rita Pierson que yo había visto hace un tiempo, comentándome que cuando la vió se acordó de cosas que habíamos charlado en la clase el día anterior. Siempre me entusiasmo cuando los estudiantes hacen estas cosas porque me quedo pensando que cuando salieron de la clase algo pasó en ellos, algo «se movió».

Cuando volví a ver el video de Rita Pierson que me envió Clara, me detuve en una parte en donde cuenta que cuando su madre -también docente- falleció, estaba lleno de alumnos que la despedían y la recordaban. Quizás sensibilizada también por ver cómo hoy todo mi país despide a un «maestro» de la música como fue Gustavo Cerati, al apreciar tanto amor y recuerdos de la gente y registrar el impacto que él tuvo en nuestras vidas, me puse a pensar que los docentes seguimos esta profesión porque en algún punto queremos «dejar una huella» en nuestros alumnos. ¿O me equivoco? ¿Se habrá perdido esta expectativa? ¿Ya no esperamos impactar de manera positiva en la vida de los chicos?

Vengo muy preocupada en los últimos tiempos sobre los motivos de la imposibilidad de cambiar la escuela. Después de tantos años de formar docentes, tengo una sensación de cierta frustración no solo porque no veo cambios, sino porque en los últimos años observo más bien un retroceso en la enseñanza hacia lo más tradicional y conservador. Se imaginarán que para alguien como yo que se propuso formar maestros diferentes, esto resulta por lo menos una intriga y un desafío que me lleva a preguntarme de manera permanente en qué fallamos los formadores.

Ahí es donde se me ocurrió pensar que tal vez hayamos perdido esa capacidad de transmitir esa especie de «mística» de la educación. Por supuesto que no estoy pensando en volver al «vocacionismo» ni alguna idea similar, pero al menos poder ponernos a pensar qué queremos dejarles a los niños y jóvenes que estamos educando… Y se me ocurrió que podríamos plantearnos como pregunta esencial: ¿cómo queremos que nos recuerden nuestros alumnos?

Me gustaría empezar a rodar esta idea con mi propia reflexión. Recuerdo que cuando comencé a dar clase a futuros maestros -seguramente condicionada por mi propia formación académica y mi escasa trayectoria- mantenía cierta distancia con mis estudiantes ya que creía que al tenerla me garantizaba un cierto grado de «justicia» u objetividad ante todos. Con el paso del tiempo, fui aprendiendo cómo el establecimiento de vínculos, el conocimiento personalizado de los estudiantes y la posibilidad de establecer una relación no ligada solo al marco de la clase enriquecía claramente la formación. La posibilidad de intercambiar sobre intereses, lecturas, culturas, etc. me enseñó que la experiencia formativa trascendía el marco de las aulas. Hoy, con el uso de la tecnología en la vida cotidiana, esto se facilita aún más y permite por ejemplo que una estudiante como Clara me escriba luego de la clase para contarme lo que estuvo pensando. ¡Cuánto avance!

También pensaba en aquellos colegas que construyen prácticas formativas en base a todo lo que van aprendiendo de sus alumnos y cómo esto también genera en esos estudiantes un impacto cualitativamente diferente al que puede producir cualquier otro profesor. Basta con leer los blogs de Silvina Carraud Moret «Contar con TIC» y Pablo Rodríguez «Así fuimos aprendiendo» para entender a qué me refiero con la huella que estos profesores dejan en sus alumnos. Leyendo sus blogs nos damos cuenta cómo es posible lograr que los alumnos puedan sentirse protagonistas del cambio, hecho que de por sí hará que recuerden a estos profesores como alguien que dejó en ellos una marca indeleble.

Si me pongo a pensar en mi experiencia de enseñar, sin duda hoy yo quisiera que mis alumnos me recordaran como quien los ayudó a pensar las cosas que parecían «naturales» de manera de diferente. Quisiera que me recordaran por haber sido quien «les causó alguna molestia en sus pensamientos» (no necesariamente siempre agradable, pero sí positiva!), que los hizo irse de las clases pensando. Y también me gustaría que me recordaran por el humor y por los ejemplos de lo que sí y lo que no habría que hacer en la escuela (que sin dudas habla de lo «principista» que soy…).

Todos tenemos algunas figuras docentes relevantes en nuestra historia escolar y de formación: esas personas que nos marcaron, que nos dejaron un legado, que nunca podremos olvidar. Yo por ejemplo recuerdo a mi maestra de 2do. grado «la señorita Elda» por su profunda ternura y comprensión; a la Prof. Schiavonne en secundaria que me enseñó a amar la Historia y hacer cuadros comparativos de fénomenos y épocas; a Dolly Rodríguez Sáenz en el Profesorado, que me enseñó a sobrevivir a los embates pedagógicos y a pensar la educación desde una posición comprometida; a Cristina Davini en la universidad, a quien siempre menciono como una de mis maestras por su humildad y claridad; a Antonio Castorina y Juan Samaja, por «romperme la cabeza»cada vez que asistía a sus clases. Todos ellos motivaron mi pasión por enseñar, todos ellos contribuyeron con una marca profunda en mi formación y en mi vida.

Cuando veo profesores con altas cuotas de sadismo hacia sus alumnos es donde suelo preguntarme… ¿les gustaría que los recordaran por su crueldad, por la humillación que generaban o por cualquier de sus actitudes negativas? ¿Para eso eligieron la docencia: solo por el hecho de ejercer un poder sobre otros?

¿Lograremos reencontrarnos con lo que nos llevó a elegir la docencia y desde allí empezar un cambio?

A vos maestro, profesor… ¿cómo te gustaría que te recordaran tus alumnos? Tómense unos minutos para pensarlo. Les propongo iniciar una reflexión sobre esto y compartirla aquí en el blog.

 

 

14 comentarios

  1. ¡Sos muy generosa, Débora! Mil gracias por ponderar en este post mi trabajo, tal como lo venís haciendo desde hace tiempo, alentando mis aportes con un toque de exageración en el elogio (coincido con lo que expresó Pablo en Twitter).
    Me emocionaron las palabras de Rita Pierson, como ella soy hija de maestra y, aunque mamá falleció en 2010, todavía está presente su ejemplo de entrega a la comunidad donde ejerció el oficio docente.
    El jueves le comentaba a un grupo de estudiantes de primer año de formación docente que quizás porque mi madre siempre tuvo clara y evidenció su vocación desde pequeña (como me contaba en las tantas charlas que manteníamos acerca de la experiencia educativa) por bastante tiempo sentí que me faltaba la vocación y que la vida me había llevado a un lugar que no había elegido si no que se fue dando. Entendí luego (terapia mediante) que lo que elijo es la Educación, este “camino al andar” que fui y sigo recorriendo más como aprendiz que como enseñante.
    ¿Cómo me gustaría que me recuerden mis alumnos? Como alguien que desea aprender, de y con Otros, explorar, indagar, compartir interrogantes y algunas certidumbres. Como una mujer que respeta y escucha, que no tiene temor a manifestar sus limitaciones, y que procura cotidianamente desarrollar sus potencialidades. Que los interpela a cuestionar, a aportar y trabajar colaborativamente, a valorar a sus pares, a comprometerse con la tarea de enseñar, atendiendo a los vínculos y las emociones, como revela Rita Pierson en el video. Es lo que intento desde la hibridación de lo presencial y lo virtual, lo sincrónico y lo asincrónico: aula, sala, patio, blog, redes, grupos, mensajes, correos… Gracias, una vez más, por permitirnos este espacio de reflexión.
    Un abrazo.
    Silvina

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  2. Hola Débora, hoy conozco tu blog, y aquí me quedo.
    Con respecto a lo que proponés en este último post, interesantísimo, te dejo algo que escribí en mi espacio hace unos meses atrás ( y que me parece que en algún punto se relaciona) junto a la invitación de que lo visites y comentes cuando gustes. Será un honor, claro.
    Gracias por permitirnos seguir pensando nuestra hermosa profesión.
    Un abrazo,
    Valeria.
    El link es:
    http://ideas-e-imagenes.blogspot.com.ar/2013/12/la-profesion-imposible.html

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  3. Gracias por tus palabras. Me gustaría que me recordaran como un maestro que no se preocupò por educar alumnos calcados a su imagne y semejanza. Un maestro que a lo mejor les pudo dar la posibilidad de crear, de ser distintos, pero unidos en el grupo. Me gustaría que me recordasen siendo felices en lo que hacen. Con eso está bien.

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  4. Débora,
    Alegre de ser parte de esta reflexión, me quedo pensando un poco sobre lo que compartís.
    Hace poco tiempo, en clase de Instituciones, la profesora nos hizo escribir en grupos una carta a nuestros futuros alumnos contándoles qué es la escuela y para qué está. Encontramos algunas dificultades para explicarlo y sobre todo para hacer entender a un chiquito para qué está sentado de lunes a viernes en un escritorio, estudiando cosas que muchas veces que no encuentra ni coherentes ni entretenidas… decidimos, entonces, plantear la carta preguntándonos primero: Por qué elegimos ser docentes? Algo hubo en nuestras vidas como motor para hoy estar pensando en ser futuros maestros.
    Particularmente llegué a la conclusión de que mi deseo es modificar muchas cosas que padecí durante mi escolarización… un período que en resultados finales fue muy poco positivo o en otras palabras, un período en el que recuerdo a muchos docentes del modo totalmente opuesto al que quiero que me recuerden a mi.
    Quisiera inculcar en los chicos intereses, ganas de aprender, entusiasmo… por sobre todas las cosas, curiosidad. Pocas cosas son tan tristes como la falta de motivación para explorar rincones del mundo. Creo que una de nuestras funciones es lograr la necesidad de saber todo, aún siendo imposible. De preguntarse, replantearse, de dudar. Sobre todo dudar. Y hacerlo con amor y paciencia.
    Todo esto es mi objetivo para el día que me toque estar del otro lado del aula o, mejor dicho, el día que tenga que estar como docente, pero del mismo lado del aula que los estudiantes.
    Gracias!!

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  5. Muy linda tu nota Débora, muy parecido a los que nos manifestó en nuestra primer clase de Práctica Docente este año nuestro profesor, antes de comenzar la residencia en la escuela. Nos hizo realizar un ejercicio a todo el grupo de alumnas tratando de recordar momentos de nuestra escuela primaria, que docente había marcado nuestra escolaridad de una manera positiva y cual de una manera negativa. Luego de exponer nuestras experiencias, nos preguntó ¿De qué manera les gustaría que sus futuros alumnos las recordaran a ustedes? Realmente fue muy emotivo, todas terminamos llorando. Ahora una vez en la escuela, conociendo de a poco la realidad escolar uno se da cuenta que a veces las docentes tienen esa intención de que los alumnos se lleven lo mejor de ellas y son todos esos obstáculos que no lo permiten. Día que pasa estoy aprendiendo a transitar un camino que desde afuera parece color de rosa, y sin embargo requiere de mucha vocación, paciencia, amor, respeto, responsabilidad y tantas cuestiones más !!!! Saludos, Gise

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  6. Débora,

    ¡Qué mañana! Has conseguido que me emocionara y aún más leyendo algunos comentarios. Así que acepto el reto. Seguro que este comentario dará pie a un post en mi blog. Yo, sinceramente, no pretendo impactarlo -qué falsa modestia, verdad?-. Sólo pretendo que el tiempo que dure mi clase les pase volando.Confío en ellos y como el tíltulo del libro de Anna Vives y me sorprenden. Al final del curso siempre hay algún regalo o alguna nota o ahora en el whatsapp. Por lo tanto, transcribo el útlimo que recibí. Hace un par de día. Me permitereis que lo transcriba en la lengua original. Al final, tendreis la traducción. Gracias por esta iniciativa. Y sí, otra educación es posible.

    «Hola companys, em resulta difícil donar.me de baixa del grup perquè el poc que he compartit amb tots ha estat molt positiu. Sou fantàstics i tant de bo disposés de temps per compartir amb tots vosaltres encara que fos una petita part de les vostres vides, il·lusions, inquietuds, etc. Us desitjo tot el millor. A tu Jaume, tota la meva admiración per com a persona, com a professor innovador que obté bons resultats mantenint als teus alumnes amb motivació per aprendre, i créixer tenint-te a tu com a exemple. Una abraçada molt gran per a tots i gràcies. Igual tornem a veure’ns doncs no descarto tornar i aconseguir diploma de més nivell.»

    Hola, compañeros, me resulta difícil darme de baja del grupo porque por el poco que compartí con todos ha sido muy positivo. Sois fantásticos i ojalá dispusiera de más tiempo para compartir con todos vosotros aunque fuese una pequeña parte de vuestras vidas, ilusiones, inquietudes… Os deseo lo mejor. A ti, Jaume, toda mi admiración como persona, como profesor innovador que obtiene buenos resultados manteniendo a tus alumnos con motivación para aprender, y crecer teniéndote como ejemplo. Un abrazo muy grande para todos y gracias. Quizás nos volvamos a ver pues no descarto volver y conseguir un diploma de más nivel.

    Saludos,

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    • ¡Qué hermosa práctica Jaume esta de los alumnos que dejan una carta o una charla con su sentir al final de los cursos! Siento que se ha perdido un poco, tal vez en la vorágine de la vida de cotidiana de los centros de estudio. Pero sería bueno que los docentes podamos devolverles a nuestros estudiantes algo de nuestra experiencia de tenerlos como alumnos y cómo eso nos ha enriquecido como personas, así como ellos nos dicen muchas veces estas maravillosas cosas. ¡Será cuestión de empezar a implementarlo! ¿No?
      Gracias por tu comentario y un afectuoso saludo,
      Débora

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      • Débora,

        Lamentablemente no fue una actividad sino la despedida del alumno del grupo de Whatsapp. Pero si que les pedí que construyeran un relatograma del curso. De todas formas, continúo con tu reto para reflexionar. Un saludo,
        Jaume

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