La escuela demandante

Obra: El grito, Edvar Munch, 1893

La escuela siempre siente que le debemos algo. En consecuencia y en su representación, los maestros se instituyen en los referentes de múltiples pedidos y reclamos a las familias. Por supuesto en algunos casos tiene razón, pero hay tantos otros en que los equipos de conducción, maestros y profesores deberían reflexionar acerca de la sobrecarga de demandas.

Como en el hemisferio sur estamos iniciando el ciclo escolar en este momento, algunas de esas cuestiones se ven reflejadas con mayor claridad. Vamos a enunciar algunas de las más significativas:

  • La lista de materiales: en los mejores casos, aparece a fin del anterior ciclo lectivo y se constituye en una extensa y variada gama de útiles escolares. Nunca sabremos si son utilizados o simplemente constituyen un stock “por si acaso”, pero lo cierto es que sobre todo en las escuelas públicas se depende más de la colaboración de los padres en este sentido que de lo que el propio Estado provee. Pero en esta línea sería importante ponernos a reflexionar sobre la razonabilidad de la demanda. Ejemplos: “carpeta color rojo número 5 con 3 ganchos automáticos”; “hojas canson de colores block de 50”; “compás con mina…” y sigue la lista. Así los padres inician un largo recorrido por librerías, muchas veces en busca del “elemento perdido” que no aparece en los primeros lugares que fueron.
  • Los pedidos de libros de texto y literatura: en este punto quisiera ser lo suficientemente enfática. Comenzando porque no acuerdo con la existencia del libro de texto que estandariza, parametriza y homogeneiza la tarea escolar. Pero como si fuera poco, en los últimos años el gran negocio ha sido en primaria pasar del libro de texto único por grado a múltiples libros de texto, uno de cada área. Esto no sólo ocasiona un gasto increíble a las familias sino que los niños trasladan todos los días una carga pesadísima literalmente sobre sus hombros. En cuanto a los gastos… ¿los docentes reflexionan acerca de lo que implica por ejemplo para una familia con 3 hijos esa inversión anual? ¿Acaso algunos de ellos mismos no son padres y lo padecen? Exigimos que mejoren nuestros salarios pero no pensamos en el agujero en el bolsillo que hacemos al de los otros con estos pedidos.
  • La participación en actividades escolares: quizás en este punto los jardines de infantes se lleven el premio mayor de la demanda. La cantidad de actividades que se generan bajo la idea de “integrar las familias a la escuela” no reparan en que esos padres tienen una vida más que compleja atendiendo las demandas de sus trabajos, sus problemas familiares, varios hijos que atender. En el inicio y en el fin de año es donde peor se pone la cosa: bienvenidas, adaptaciones, clases abiertas, muestras, reuniones de padres, etc. Los actos escolares ameritan especial mención, cuando crean en los chicos ilusiones sobre la presencia de sus padres que muchas veces no saben cómo hacerle entender a sus jefes en el trabajo la relevancia de ir a verlos. Y cuando no lo logran, todavía hay que escuchar a colegas decirles “lástima que no pudieron venir porque Pepito los esperó durante toda la fiesta y se angustió”. Gracias culpa!
  • Acompañar a los chicos con la tarea: yo me pregunto… ¿es función de los padres hacer tarea? Los padres enseñamos muchas cosas a nuestros hijos, pero no contenidos o ejercicios escolares. Pedir a los padres que llegan cansados de sus trabajos después de horas de no verlos que se sienten con ellos a hacer tarea en vez de charlar, jugar o simplemente tener un rato de ocio juntos raya con una actitud totalmente negadora de la realidad en el mejor de los casos o hasta cínica en el peor.

Es importante que entendamos la dimensión de la demanda. Los docentes tienen la capacidad de alivianar la demanda y ponerse en el lugar de las familias. Puede haber padres a quienes nos les interese nada de sus hijos, pero la honrosa mayoría por el contrario padece calladamente en no poder responder a tanta demanda de la escuela. No se trata de repartir culpas, sino de pensar estas cosas desde otra perspectiva.

4 comentarios

  1. Siempre es bueno reflexionar sobre las prácticas docentes, algunas de ellas tan internalizadas que muchas veces no reparamos en su posibilidad de cambio. Sin embargo, me permito fundamentar la intencionalidad de algunos ítems que aparecen en el artículo -con otros adhiero en su totalidad-, y que se relacionan con una escuela demandante.

    Es cierto que como papás sentimos en algún momento demandas culpabilizantes con respecto a nuestra presencia/responsabilidad/acompañamiento de l@s niñ@s en su etapa escolar. Pero también, como docente, me he visto en la situación de llamar la atención de las familias para que se sientan incluidas en la tarea educativa y ejerzan su colaboración.

    Con respecto a la lista de materiales, es una necesidad recordar a los papás que l@s niñ@s deben contar con materiales básicos para su trabajo en el aula. Los maestros y maestras siempre colaboramos con aquellos niños y niñas que no tienen la posibilidad de tener lo básico, aportando de nuestros propios bolsillos con tal de que ninguno se sienta en menores condiciones que otros; aquí se siente sin lugar a dudas la ausencia del Estado como proveedor y facilitador de materiales didácticos que favorecen los procesos de aprendizaje de calidad, especialmente en contextos sociales adversos. Coincido en que los materiales pedidos sean razonables y de uso efectivo. Les puedo asegurar que los materiales solicitados a principio de año se usan durante todo el ciclo, y muchas veces debemos complementarlos los docentes.

    En cuanto a los libros de textos, coincido en que un mismo libro homogeneiza, que los niños y niñas no pueden asistir diariamente a clases con un libro por cada área porque es bárbaro para su salud y carísimo para las familias. Pero también reconozco la necesidad de la presencia de los libros de texto en la cotidianeidad áulica, y debiéramos implementar estrategias como el club de libros, donaciones, etc., para asegurar la misma. Si existiera un libro determinado que el docente reconozca como didácticamente importante para el aprendizaje, también sería necesario tomarlo en cuenta, y de hecho, algunas editoriales realizan descuentos por cantidad.

    Adhiero totalmente al ítem de la participación en actividades escolares, hay que tener en cuenta como docentes que las familias hacen lo que pueden, que las situaciones familiares no son como nosotros creemos; que sí bien vale invitarlas a que participen de lo organizado en la escuela, pero debemos ajustarnos a las posibilidades reales de los papás y mamás. Pensemos solamente en la situación frustrante a que sometemos a l@s alumnit@s cuya familia no puede asistir, sea por las causas que fueren.

    Con respecto al acompañamiento de la familia en las tareas escolares en el hogar, no negocio. Es imprescindible que en el hogar se valore lo aprendido/vivido/experimentado en la escuela. ¿Cómo se puede valorar, si los adultos no aportamos tiempo para ello? Los docentes también acompañamos a nuestr@s hij@s con las tareas para el hogar, ¿por qué no hacerlo?¿Qué excusas serían válidas para no hacerlo? Sí considero que no hacen falta tareas extraescolares larguísimas ni complicadísimas, pero muchas veces es bueno afianzar aprendizajes fuera del aula, y muchas papás y mamás lo solicitan y consideran necesario. Una última aclaración: los padres no tienen la función de hacer las tareas, pero sí acompañar. El aprendizaje es colaborativo, cuántos más nos responsabilizamos en el proceso, mejor para el niño o la niña. Creo que vale la pena.
    Saludos!

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    • Gracias Laura por aportar en todos estos aspectos!
      Sigo pensando sobre el último punto que no se tratan de excusas: se trata de realidades. Uno no puede pensar como docente que todos viven la misma realidad. Hay razones muy pero muy sencillas y esenciales para no dedicarse a hacer la tarea los chicos: entre las principales, que los padres que se ausentan de su hogar a veces casi 12 hs al llegar no están en condiciones de ponerse a hacer esto. Y me parece hasta egoísta por parte de los docentes pretenderlo, y con esto robarle un espacio de comunicación, de disfrute y por qué no de juego. Si los chicos van jornada completa a la escuela más aún: la escuela no debe dar tarea básicamente, pero menos aún exigir a los padres que las acompañen.
      Y me permito citar al gran maestro, Francesco Tonucci, quien decía esto acerca de cómo deberían ser los deberes en una conferencia.

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  2. Muy de acuerdo, como papá y como docente. No se trata de que la escuela no exija *nada* de lo que dice el artículo, sino más bien que no exija *todo al mismo tiempo*. (Por ejemplo: Asistir a uno o dos actos al año está bien, pero 8 ó 10 actos es demasiado).
    Me parece que subsiste la idea de familia en donde la mamá está todo el día en casa, dedicada solamente al hogar y los hijos. Es una realidad que hoy en día es la excepción más que la regla, con todas las ventajas que ello implica en cuanto a la igualdad de género, y con algunas modificaciones en la dinámica familiar comparado con décadas pasadas.
    Y esta expectativa puesta en la familia permanece en el inconsciente de muchos docentes (aún se suele escuchar hablar de «reunión de madres»)… Creo que este artículo ayuda a hacer consciente este preconcepto para poder operar sobre él. Saludos.

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