Escuelas y mujeres: lo femenino en la educación

Créditos imagen: muestra “La piel de la Escuela Pública” en el Espacio Caloi. Ministerio de la Cultura de la Nación. Fuente: Flickr.

Hace pocos días fui a votar en las elecciones de mi gremio docente, al que pertenezco desde hace 27 años. Nuevamente me sorprendí de la enorme cantidad de varones que integraban las listas sobre todo en los cargos de conducción, siendo un gremio en donde claramente la cantidad de mujeres es arrolladora y el porcentaje masculino mínimo. Siempre me pregunté y llamé a reflexionar sobre los motivos de esta relación inversamente proporcional.

¿La participación de la mujer en la defensa de sus derechos o en la acción política más elemental sigue siendo tabú? ¿Las mujeres necesitamos ser representadas por varones?¿A las mujeres nos sigue pareciendo poco relevante participar y hacer oír nuestra voz? Y en contraposición: ¿podemos creer que un gremio eminentemente femenino puede ser ecuánimemente representado conducido de manera predominante por varones?

Claro que no es necesario hablar de representatividad en gremios para ver que esto es una realidad que trasciende e impregna la vida cotidiana de la educación. Puedo contar por ejemplo algunas situaciones cotidianas. Como doy clases a estudiantes adultos que van a ser docentes, la presencia proporcional de los varones en mi ámbito también es menor. Muchas veces noto cómo las propias colegas e incluso las mismas compañeras suelen tener hacia ellos actitudes condescendientes. Un ejemplo es cuando en instancias de evaluación se conforman grupos en donde las mujeres suelen asumir las tareas y los varones “descansar” en ellas. Luego además observo algunas colegas que parecieran tener una suerte de “menor exigencia” hacia ellos. Un poco por el “factor simpatía” pero en el fondo por la creencia de que les es bien difícil transitar espacios eminentemente femeninos y entonces tratan de facilitárselos, existen estas actitudes implícitas de las que nadie quiere hablar.

No soy de las que cree que por ser varón o mujer se tenga “esto o aquello”, sino de las que piensa que cada uno/a es persona y somos diferentes más allá del género. Pero me pongo a pensar sobre el lugar de la mujer en la educación porque siento que muchas veces nosotras mismas nos relegamos dentro de ese ámbito y damos lugar a estas situaciones.

La falta de empoderamiento de las mujeres lleva a pensar que no son aptas para la vida política o la representación, dejando ese lugar para ser ocupado por los hombres. Y así nos vamos relegando y dejando de ocupar espacios, en el convencimiento de que se espera otra cosa de nosotras. La educación antropocéntrica tiene así lugar en cada acción cotidiana, en cada expresión, en cada pensamiento.

Los mismos padres por ejemplo se sorprenden de ver a una maestra peleando por sus derechos pero no tanto si ven a un profesor. Cuando hay un problema en un jardín o en una escuela, es notable cómo en los medios muchas veces toma el micrófono el profesor de Educación Física, una de las pocas figuras masculinas que aparecen en esos contextos. ¡Hasta para tener voz pareciera necesitarse la de los hombres!

¿Cómo podemos enseñar a los alumnos un discurso no machista mientras con nuestras acciones hacemos lo contrario? La igualdad de derechos se construye cada día en lo concreto. Mientras dejamos pasar cada oportunidad de participación y de tomar la palabra, contribuimos a sostener el imaginario por el cual las mujeres “no nacimos” para estas cosas.

En un país en donde hemos tenido y tenemos mujeres como grandes referentes de lucha, resulta paradójico que esto no impregne en el ámbito educativo.

3 comentarios

  1. Acuerdo plenamente con la afirmación que cualquiera con quien me vinculo es ante todo persona.Y la diferenciación de género la pongo muy acotada.Hoy dia ésta se hace cada vez más inequitativa y usada para descalificar.No logro evitar sentir que la mujer en el ámbito de la docencia implica una natural función de nidaje que puede no siempre beneficiar sino demorar el crecimiento y la necesaria autonomía.Pero debo reconocer que si bien he ejercido la docencia alguna vez ,desconozco ese ámbito particularmente en la primaria y secundaria.Carezco del baño de esa cultura y los recursos de esas tierras.Las reflexiones del aporte de esta entrada,las encuentro necesarias para reflexionar y difundir, en estos tiempos de pasaje a una nueva orilla.

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