Efemérides en la escuela: siempre en debate

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Agradezco la consulta que me hizo la colega Cecilia Kalejman que me llevó a pensar esta entrada, quien preocupada por la cercanía de una de las conmemoraciones comenzó a interrogarse sobre este tema en el nivel inicial. Si bien ha sido motivo de numerosos cursos de capacitación, libros, artículos, etc. pareciera que aún es un tópico sobre el cual corre mucha agua bajo el puente.

Cuando inicié mi carrera como maestra ya teníamos algunos problemas en torno a estas cuestiones: no nos conformaba la manera acartonada y ritualista de enfrentar las efemérides en la escuela, pero al mismo tiempo no encontrábamos formas de transitar otros recorridos. Así fueron pasando diferentes tendencias a lo largo del tiempo, sobre todo para los niveles inicial y primario, que podríamos resumir así:

  • Los actos escolares tradicionales: tal como los conocimos en nuestra infancia, llenos de momentos solemnes a donde se recordaba a los próceres o hechos correspondientes a cada fecha. Seguían una estructura precisa plasmada en un protocolo, y se perpetuaron de manera contundente a lo largo de muchos años.
  • El pasaje a los “actos descontracturados”: como respuesta a tanta solemnidad, muchas escuelas y jardines comenzaron a replantear su propuesta y a desarrollar instancias en donde no todo está relacionado con la efeméride correspondiente sino que se plantea como un espacio de encuentro y reflexión con la comunidad educativa. De algún modo, la fecha opera como una suerte de “excusa” para mostrar y compartir producciones.
  • El reemplazo de los “actos escolares” por actividades con pedagógicas participación de la comunidad: con puntos de contacto respecto de la opción anterior, pero priorizando el trabajo de cada grupo en vez de la perspectiva institucional. En esta línea se plantea una continuidad entre el trabajo del docente sobre la efeméride con su grupo en el aula o en la sala y lo que se propone como actividad participativa.

Si revisáramos los aspectos de continuidad o convergencia entre todas las propuestas, seguramente podríamos encontrar el valor de los símbolos en el abordaje de las temáticas. En unos casos ligado con una serie de rituales en torno a los cuales no existe reflexión alguna sino perpetuación “porque sí”; pero en otros como objeto de análisis por parte de los chicos y sus familias. Cantar el himno, izar la bandera, recordar a un prócer, etc. pueden ser prácticas sobre las cuales se observan continuidad, aunque no siempre se les otorgue la misma significación de acuerdo a los contextos.

Recuerdo cuando se inició la “moda” de apelar a las versiones de himnos interpretadas por famosos cantantes de rock en las escuelas: con algunos críticos y detractores, la cuestión se fue naturalizando al punto que esas versiones pasaron a ser casi tan convencionales para los chicos como la versión “tradicional”, volviendo así a aparecer en escena el “himno clásico” que se empezó a presentar con impronta de “novedad” paradójicamente. Es como un resabio “vintage” que aparece en la escuela, a donde la clásico se muestra como moderno.

Otro de los “recursos vintage” para los efemérides es sin duda el retorno de las interpretaciones de personajes disfrazados, en sus versiones “a cargo de los chicos” (altamente festejada por los padres) ó a cargo del equipo docente.

Durante mucho años se cuestionó la memorización de frases; el pedido de disfraces característicos de época; la construcción de una escena cuasi teatral para la conmemoración de las efemérides. Sin embargo hoy asistimos a su retorno “recargado”, contando con el apoyo incondicional de padres que han pasado tiempo añorando y reclamando su reaparación. Muchos colegas defienden la construcción de escenas teatralizadas en los actos escolares, pero en lo personal aún no encuentro los argumentos válidos que me digan su aporte en términos de aprendizaje. ¿Les gusta a chicos y padres? Sí. ¿Los divierte? Sí. ¿Aporta algo en términos de aprendizaje más allá de la memorización de unas líneas? Yo no lo veo…

¿Cuál es entonces en valor de la conmemoración?

Yo creo que cada efeméride es una oportunidad de reflexión y análisis de nuestra historia y de nuestra cultura. Vista de este modo, las estrategias que pongamos en marcha pueden ser más que heterogéneas, pero me parece que lo que siempre deberíamos atender es el trabajo con fuentes diversas que se puedan contrastar. Ya sabemos lo que decía la canción: “Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia”.

Nuestra responsabilidad pedagógica debiera ser la de abrir el debate en torno al análisis de fuentes. Y cuando me refiero a este tema estoy hablando de hacerlo desde el nivel inicial, de no subestimar la capacidad que tienen los niños pequeños para abordar estos debates y más aún de los adolescentes que en la escuela media son capaces de defender con argumentos sólidos posiciones altamente divergentes.

En los últimos años se ha producido mucho contenido digital y audiovisual respecto de estos temas y eso es un aporte invalorable. En nuestro país las producciones de Canal Encuentro; el canal Paka Paka; los portales específicos del área, han enriquecido muchísimo el acceso a materiales. Tal vez lo que nos debemos es reflexionar acerca de la diversidad de perspectivas que ofrecen o bien quedarnos con la responsabilidad de contrastar con materiales y fuentes que den cuenta de otras miradas para poder confrontar. Encuentro colegas que los usan como única fuente y otros que los descartan de plano, cuando en realidad ninguna de estas posiciones nos permite reflexionar sobre el conocimiento histórico.

Cuando pensamos la conmemoración como una invitación a la reflexión colectiva, recuperamos su esencia y nos reencontramos con su valor formativo para los chicos y jóvenes.

¿Es necesario pasar por los “rituales” para conmemorar?

Como decíamos antes, los símbolos son factor de cohesión. Pueden aparecer cuando trabajamos un proyecto didáctico sobre el Mundial o pueden aparecer en las efemérides, pero indudablemente ese conjunto de rituales que contribuyen al desarrollo de un sentido de pertenencia y que generan identificación cultural son necesarios y la escuela ocupa un lugar en relación a ellos. ¿Ese lugar tiene que ver con la solemnidad? A mi entender, nada debería estar más alejado. La solemnidad con la que se ha investido a estos rituales es lo que ha generado un enorme rechazo hacia ellos durante mucho tiempo. Tomó muchos años poder reencontrarse con los símbolos desde el valor de la representación y desde los afectos como para volver a ponerlos en escena desde su peor arista.

Cantar un himno que nos representa; saludar a la bandera; saber quiénes tuvieron un papel determinante en nuestra historia forman parte de nuestra cultura. Y no basta con “ejercitarla” sino con conocerla para comprenderla, dejar de “repetirla” de manera mecánica. Nos debemos espacios de debate con los chicos para entender su valor en vez de imponerlo “porque sí”.

¿Siempre es necesario un “acto” para conmemorar?

Creo que aquí sí deberíamos romper con este supuesto. Conmemorar no necesariamente implica montar un acto de enorme envergadura: podemos conmemorar desde la propuesta de una actividad con nuestro grupo, incluso sin necesidad de tener que convocar ese día a las familias. Sin embargo, pareciera que esta opción nunca aparece como factible y que existe una imposición por desarrollar actos escolares ante toda efeméride.

En este punto sería interesante pensar sobre las implicancias del concepto de “conmemoración”. Vincular esta idea siempre a la de acto escolar nos pone en una situación difícil. Quizás a donde puede verse con mayor claridad es cuando abordamos el Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia, a donde no siempre pensar en términos de la realización de un acto conforma las expectativas pedagógicas que tenemos. Así que no siempre podremos encontrar la respuesta a las efemérides en los “actos escolares”…

Por último, creo que nos debemos la construcción de una agenda de efemérides no convencionales, relevantes para cada contexto y comunidad particular. No basta con la agenda “que nos viene dada”: es necesario abrir un espacio a las conmemoraciones que son específicas de los contextos en los que trabajamos y que representan culturalmente lo local. Esos que no vienen en “el calendario del ciclo lectivo” pero que tienen tanto o más valor que cualquier otra para las familias que conforman las comunidades educativas de nuestras escuelas.

Los invito a compartir sus pensamientos y experiencias para poder ir encontrando nuevas ideas y modelos para conmemorar nuestras efemérides.

8 comentarios

  1. Qué tema que nos hace viajar a nuestra infancia…El desarrollo que se hace aquí siempre es una oportunidad para abrir un tema ,reflexionar y aprender.Pienso que lo que me resulta más afín a mi lugar en el mundo respecto de los niños y jóvenes,es abrir un debate ,que preparen un tema incluyendo dibujos fotos videos, en fin todo tipo de documentación y dedicarse a producir un trabajo para compartirlo con otras aulas.Una producción grupal ejercitando la inteligencia colectiva .Y en ese momento sería el acto del colegio con la posibilidad de una integración para un intercambio via internet y presentarlo ante el ministerio de educación.Me estoy entusiasmando.He disfrutado mucho del trabajo en colaboración de modo integrativo.

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    • Una pequeña reflexión sobre el concepto ACTO: Nos vamos nutriendo de los comentarios y el acto educativo trasciende el aula para convertirse en un acto ético. ¿Por qué no trascender el aula también el “acto” escolar? Convertirse como comentan mis compañeros en un trabajo de investigación que compromete el intercambio familia-escuela, un debate en el aula, y un producto audiovisual que llega a las casas ( y más lejos… hacia el ministerio de trabajo. Bienvenido!)

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      • Continuación del comentario anterior:
        Estamos invirtiendo el proceso enseñanza-aprendizaje: el niño deja de ser una tábula rasa a quien le brindamos los “hechos dados” de la efémeride para convertirlo en un sujeto activo en la construcción de conocimiento… pequeño científico (Piaget).

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  2. Creo que es un artículo interesante y que nos propone repensar el por qué de los actos y las conmemoraciones escolares. Pensemos en qué momento surgieron, cuándo apareció la escuela primaria en nuestro país y cuál era el contexto social en el que se desarrolló, qué necesidad primó al instituirlas entre los «hacedores» de la Patria y tantas otras preguntas que se nos puedan ocurrir.
    Hoy, en este nuevo siglo, nuestra realidad como «País», como «Nación», es otra. Empapada por las ideas de la Patria Grande, Suramérica al decir de Hugo Chávez, nuestra propia idea sobre Argentina ha cambiado.
    Repensemos las fechas y los motivos de festejos, recuerdos y conmemoraciones. Seguramente algunos cambiarán, algunos perdurarán y otros serán incorporados. Tal vez se nos ocurran nuevas maneras de trabajarlos no solo en la escuela sino también en la sociedad.
    Jorge Novello

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  3. Los actos escolares fueron necesarios para amalgamar la sociedad llena de inmigrantes. Hoy tal vez ese rol de hacer reconocer los símbolos patrios lo cumpla el fútbol, por lo tanto podemos aprovechar esas fechas para realmente estudiar historia. Mi gran discusión con algunos docentes es por qué traer a las familias: “es el único día que vienen a la escuela” dicen algunos. Si la escuela fuera consciente de su rol fundamental en la equiparación laboral entre el hombre y la mujer dejaría tranquilas a las madres en sus trabajos. Si una mujer va a perder presentismo o posibilidades de ascenso por ir a un acto, hay que elegir entre el horrible dilema de ser mejor madre o mejor profesional. ¿Para qué? No es necesario.

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    • ¡Qué buen tema estás introduciendo Iris! Una mirada que pocas veces se tiene en cuenta en la escuela. Muchas veces los docentes asimilan falta de concurrencia de los padres con desinterés, y sin embargo no pueden pensarlo desde las necesidades laborales que hoy se plantean.
      Volver a pensar sobre el por qué de los actos nos debería llevar a reflexionar también sobre estos temas que trajiste.
      ¡Gracias!
      Débora

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    • Que mirada interesante, situando el momento socio-histórico y contexto en el que se desarrollan las actividades.
      La sociedad está en un momento para repensar los valores que circulan y por ende articular de otra manera la relación escuela-familia ¿no?

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  4. Muchas gracias Débora por éstas reflexiones. Me encontré con una transmisión de efemérides sobre héroes y vigencia de valores como puede ser en las máximas escritas por San Martín… y algo me hizo pensar: ¿en qué año escribió San Martín las máximas? ¿en qué año estamos? ¿qué significa “ser formal en la mesa”, entre otras?

    En nivel inicial solemos usar mucho la idea de “Fiesta con padres” acerca de las efemérides. Allí asisten los padres y comparten un rato de juegos con sus hijos orientados por las docentes. Pregunto a los colegas de nivel primaria. ¿Es posible extender ésta idea a la escuela primaria? Cambiar el formato de un público espectador y un niño “actor”. ¿Respetamos los derechos del niño al hacer actuar a aquel que verdaderamente la pasa mal en dicho rol? Sin descuidar a los verdaderos talentos que disfrutan de dichos acontecimientos con las más maravillosas voces de canto, actuaciones y representaciones.

    Los símbolos patrios pueden incluirse de modo cotidiano en las actividades del aula, nos habitan con la cultura misma. Está en nosotros el hincapié que queremos darles.

    Tomo la propuesta de incluir otras fechas importantes para trabajar como es el día del niño, tomando como punto de partida el trabajo sobre los derechos del niño y dejando de lado lo comercial. “También podemos regalar abrazos, caricias, momentos de escucha”, aspectos no materiales.

    Me gustó ésta pregunta: ¿Es necesario pasar por los “rituales” para conmemorar?
    Y me gustó la idea de repensar la “solemnidad”.

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