Fue un año muy movido políticamente: muchos cambios de cargos, revuelo, discursos encontrados. Sin embargo, lo esencial en las escuelas aún no cambia.

Ante este escenario no me queda otra que volver a desear con todas mis fuerzas las mismas cosas que quiero para la escuela desde hace ya casi mis 30 años de docente:

• Que las escuelas rompan con las tradiciones que hoy ya son lastres más que costumbres.
• Que los colegas docentes abandonen actitudes burocráticas y recuperen el placer de la tarea de enseñar.
• Que mejoren las condiciones de trabajo de todos los maestros y profesores.
• Que tengamos tiempos y espacios para ser creativos y dejemos de repetir las mismas formas de enseñar.
• Que escuchemos y observemos más a nuestros alumnos y diseñemos una enseñanza a la medida de sus necesidades e intereses.
• Que las instituciones educativas abandonen sus tradiciones autoritarias, verticalistas y burocráticas.
• Que las aulas se inunden de sentidos y no de informaciones vacías.
• Que los docentes nos encontremos para intercambiar y discutir en espacios propios.
• Que los “especialistas en educación” dejen de opinar cosas generales en el aire y cumplan el rol de acompañar y pensar junto con maestros y profesores cómo mejorar la escuela.
• Que los docentes conformemos más redes entre nosotros, aprendiendo juntos de las mejores experiencias y de las dudas de cada uno.
• Que nuestros alumnos tengan una vida mejor, que las infancias sean respetadas y no sobreexigidas.
• Que las aulas se inunden de proyectos vinculados con las realidades de quienes aprenden y con sus comunidades.
• Que se cambien las viejas metodologías transmisivas, rutinarias y memorísticas por estrategias que inviten a chicos y jóvenes a aprender de otras formas.
• Que las escuelas vuelvan a ser lugares a donde los chicos quieran ir porque los reciba a la altura de sus necesidades.
• Que la tecnología en las escuelas deje de ser reducida a su mínima expresión y que se tome de ella lo mejor.
• Que dejemos de llenar de contenidos obsoletos las curriculas y pasemos a enseñar las cosas realmente importante sin saturar de información.
• Que nos los docentes comprometamos más con nuestro trabajo, que defendamos nuestros derechos, que nos reconozcamos como profesionales, que nos impliquemos con nuestras comunidades.
• Que recuperemos el diálogo y el debate perdido, que abandonemos la cultura de las verdades absolutas.

¿Muchos deseos? Puede ser… ¡pero nuestras escuelas deberían recuperar las utopías!

Les deseo un muy buen descanso, que puedan disfrutar cerca de todos los que quieren, y les agradezco por sobre todo haber acompañado y alentado este blog como un espacio para desnaturalizar la escuela y seguir pensando juntos cómo mejorarla.

¡Brindo por todos ustedes! Los invito a compartir sus “deseos educativos”.

Un gran abrazo,

Débora