Crónica de los primeros diez días de “la suplente”

Me lo tomo con humor porque siempre es la mejor herramienta para sortear todas las situaciones. Cuando asumí la Rectoría de la escuela hace 10 días, lo hice luego de que algunos que no estaban demasiado contentos con eso remarcaran en toda ocasión posible mi carácter de “suplente”. Como si fuera una categoría que arrastra un estado “de segunda” se intenta remarcar un estado de provisionalidad que, como la realidad lo demuestra, muchas veces no es tal. Por lo tanto de nada sirve agitar el status del “suplente” cuando las responsabilidades, decisiones, tareas y funciones que se asumen son exactamente las mismas.

Nadie asume un cargo directivo sin que se genere en el equipo de la institución alguna situación de desconfianza, recelo o temor y es razonable. No todos pensamos igual ni concebimos a la escuela del mismo modo, aunque esto no quiere decir de ninguna manera que sea imposible conformar un equipo. Soy de la idea de que las diferencias generan debate pero también muchas veces complementan: todos saben hacer algo mejor que el otro y ahí radica el potencial de los buenos equipos. Y estos días he tenido la oportunidad de empezar conocer el potencial de mis colegas que sin dudas es sumamente valioso. La clave está en hacer que las piezas armen los engranajes para empezar a funcionar, y eso puede tomar un tiempo y producir algunos cimbronazos. Cada uno con su estilo, pero tirando para el mismo lado.

También creo que las decisiones en un momento son provisorias y pueden resultar positivas, o simplemente se pueden poner a prueba y demostrar que es necesario tomar otras para mejorar las cosas. Las escuelas son organizaciones dinámicas que requieren cambios constantes para adaptarse al contexto permanentemente variable. Si bien muchas veces cuesta entender esto por parte de todos los actores, sólo el activar y poner en marcha puede sumar voluntades aunque al principio genere alguna resistencia el cambio.

Seamos honestos: si el cambio no produce cierta molestia o incomodidad, sencillamente es porque no es cambio. Los procesos de transformación sacan a cada cual de una rutina, de actividades conocidas, de un lugar seguro y los catapultan hacia lo incierto. ¿Cómo no va a provocar eso cierta resistencia o al menos un vértigo? La diferencia reside en que mientras algunos lo sienten como la “adrenalina” que opera como el motor de su trabajo, otros lo sienten como un atentado hacia la comodidad de lo conocido. Sin embargo, nadie puede afirmar que los últimos, luego de atravesar el impacto inicial, no puedan vivirlo como los primeros. Pero por supuesto será necesario el tiempo y el acompañamiento.

Si hay algo que reafirmo contundentemente después de mis primeros días a cargo de la conducción de la escuela, es que lo más valioso que hay en ella es sin dudas su gente. Por la vorágine cotidiana solemos perder esto de vista y cada actor institucional focaliza la mirada en su espectro cercano, pero cuando tenemos la visión de conjunto es fascinante darnos cuenta cómo todo eso suma.

Me encontré con situaciones de todo tipo, pero las que más me sorprendieron fueron la facilidad con que ante la propuesta de pensar nuevos proyectos, dinámicas de trabajo, etc. el equipo docente y directivo activó inmediatamente una usina de ideas. Y en esa riqueza de la diferencia fue de donde salieron las mejores propuestas. Si logramos vencer los prejuicios que tenemos frente a nuestros colegas, si podemos vencer esas barreras, algo bueno puede salir.

Como anécdota, me encontré con una gran cantidad de maestros y profesores que se sorprendían de que “yo fuera yo”. Déjenme explicarles: nuestra escuela tiene 4 niveles (inicial, primario, secundario y superior donde se forman maestros) y dos edificios que ocupan toda una manzana completa en un lugar céntrico de la Ciudad de Buenos Aires. Con muchos colegas nos vemos todos los días, nos saludamos,hasta intercambiamos buenos deseos! Y seguimos camino cada uno a cumplir su tarea, sin saber nuestros nombres. Pero nos vemos trabajando, y entonces nos conocemos pero con cierto “anonimato”. Al ir a presentarme muchos descubrían que esa persona a quien saludaban todos los días era la que ahora estaba en el lugar de la Rectoría. Y en muchos casos se notaba el alivio de confirmar que era alguien que conocían de ver trabajando. Esto muestra a las claras que uno de los grandes problemas que tenemos en las escuelas es la falta de tiempos y espacios que nos permitan conocernos e intercambiar.

Otro punto central de estos días han sido los alumnos. Comenzaré por los que me conocían, los estudiantes del profesorado, que no cesaron en venir a saludarme y escribirme para felicitarme. Fueron tantas las muestras de afecto, apoyo, alegría, etc. que he llegado a emocionarme profundamente. En mis recorridas por el nivel inicial y primario recogí sonrisas y saludos que te dimensionan dónde está la relevancia de tu tarea. Esta semana además fue la campaña de los alumnos de secundaria para elegir su Centro de Estudiantes, así que pude verlos en acción comprometidos y debatiendo democráticamente con lo que la escuela necesita. Sentí que era lo mejor que podía pasar en mis primeros días: tener la posibilidad de verlos en plena acción. Sin poner a nuestros alumnos como eje del trabajo, todo lo que hacemos pierde sentido.

Por supuesto no todo fue color de rosa: el frente más difícil sin dudas ha sido todo lo inherente a los recursos y la infraestructura, a donde el Estado debería estar presente y asumir un rol en el cambio pero no se lo vé. Es increíble el esfuerzo que todos hacen para sortear estas condiciones, pero más increíble es que la escuela pública tenga que “mendigar” atención en lo inherente al estado de sus edificios y a los recursos con que se cuenta para la enseñanza y la gestión. Todos seguimos adelante igual a pesar de esta situación, ¿pero por qué?. Algo que debería ser tan sencillo como contar con un equipo permanente de mantenimiento dentro de la escuela no existe. Imaginen esto en las dimensiones que les relaté. Por lo tanto por cada cosa que se rompe hay que hacer una lista que se “eleva” con un pedido para que lo que vengan a arreglar… no se sabe cuándo. ¿Se puede estar así todos los días en una escuela? Sí, pero a costa de la enorme paciencia de toda la comunidad. Y claro que escuchamos el discurso de que “los chicos no cuidan y rompen”, que puede tener una parte de cierto, ¿pero cómo podemos enseñarles a cuidar algo que cuando se vé está en un estado deplorable? No se trata de si es el huevo o la gallina, se trata de quienes pueden tomar las decisiones las tomen.

Un punto aparte es el de la máquina burocrática que se lleva diariamente puestas la mayoría de las acciones de quienes tienen que estar ocupándose de la enseñanza y el aprendizaje. La inexplicable complejidad, reiteración y excesivo control que no deja un ápice a la gestión autónoma, son los rasgos de un estilo de gobierno en donde se sostienen unos discursos modernos y abiertos pero no se modifica en nada las prácticas históricas que sostienen a ese «elefante» que es la burocracia.

Espero no haberlos aburrido con este relato. Seguramente lo iré ampliando y ojalá sea para contarles que aquello que ha comenzado un poco mal ha podido mejorar. Al fin y al cabo, como dije antes, de utopías y sueños tenemos de sobra!.

Créditos imagen: GAb GAbelich, Normal 1. Fuente: Flickr.

10 comentarios

  1. Débo, tu trabajo y dedicación son increíbles…llegar ahí a ser «suplente» fue una carrera de obstáculos que por suerte le diste para adelante, la educación pública necesita muuuuuuucha gente como vos. Y comparto plenamente que el trabajo en equipo es lo que funciona, y que si los cambios no traen incomodidad no es cambio. Te seguimos!!!!!

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  2. Muy interesante siempre, tu reflexión de pluma activa y tu pasión por lo que hacés: Enseñar-aprender y viceversa. Como dos caras de una misma moneda que alternadamente transitamos en las aulas, las instituciones… en la vida.
    Te saludo con la alegría de quién tuvo la suerte de pasar por tus aulas y conocer tu oficio, tu avidez por compartirnos tus conocimientos y tu gran convicción por una educación de calidad para todos.
    Te deseo lo mejor en este (tu) tiempo de cambio…
    Abrazo

    Vanina

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  3. Bueno, cambiando la terminología, por aquí en España, diríamos que sos la «interina». Ambos conceptos los viví, y lo vivo en carne propia. Me encantan tus reflexiones, si bien estoy ahora en otro contexto, la escuela es la que es, con sus moldes, estereotipos, quejas, reclamos, a pesar de que cuando retome mi camino de ser «Seño»; pensé que me encontraría otra realidad. Te seguiré, porque las aulas de allí son las que marcaron también mi forma de pensar y sobre todo de Ser. Me alegra encontrarte.
    beset

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