Por un debate educativo en serio en Argentina

Varias veces lo he manifestado en las redes sociales como opinión, pero me gustaría dedicar algunos párrafos para reflexionar acerca de este tema.

Mientras los medios y la gente que no trabaja en el sistema educativo cuestionan por todos lados la labor de maestros y profesores; en el momento en que la representación social de los docentes resulta una de las peores en la historia; los verdaderos protagonistas directos del cambio educativo prácticamente no debaten.

Convengamos en que los docentes somos “convidados de piedra” en todas estas discusiones. Nuestras voces llevan muchos años de ser acalladas: por un lado por las mismas representaciones sociales que nos prejuzgan; por otro por los académicos e investigadores de la educación que opinan sobre lo que deberíamos hacer desde el púlpito o sin haber pisado nunca un aula real.

Pero seamos justos: nosotros también tenemos responsabilidad como colectivo sobre este silencio. Nadie nos obliga a callar, pero los docentes somos en general “la suma de todos los miedos”: hemos aprendido a temer al fantasma del “sistema” y a obrar en consecuencia respondiendo con resignación o mudez. Siempre pensamos en que habrá represalias si “sacamos los trapitos al sol” o si decimos algo que no gusta al propio colectivo o a quienes toman decisiones políticas sobre él. De hecho, nos comportamos de forma muy “obediente” y en ocasiones cuasi corporativa. La sentencia es: “lo que pasa en la escuela se queda en la escuela”. También es razonable, entendiendo que en los últimos años hemos sido tan atacados. ¿Y entonces qué nos queda?

En algunas ocasiones ocasiones noto algo de malestar o a veces desconcierto cuando escribo en este blog lo que opino sobre educación. Algunos colegas incluso piden permiso para disentir un poco y debatir: a mí me parece fascinante que podemos discutir nuestras diferencias sin temores. Por supuesto hablo de debates en el marco del respeto y los argumentos, no de enfrentamientos personalizados o dados por fanatismos derivados de identificaciones político-partidarias, porque de esos resulta imposible salir fortalecido.

En este sentido veo que nuestros colegas españoles han dado un enorme paso adelante. Con gran admiración sigo muchos de sus blogs y leo con atención sus intercambios sin tapujos. No hay ofensas o agresiones, salvo algunos trolls que siempre aparecen y que es necesario cortar. En cambio, veo debates profundos, cuestionamientos al sistema, a las leyes que lo regulan, datos que dan cuenta de un accionar de los docentes como colectivo. Hay algunos acuerdos, pero también muchos desacuerdos. Los blogs de docentes se multiplican y con ellos la presentación de ideas y los intercambios entre pares.

Maravillosamente también veo allí a una buena parte de los académicos más reconocidos del campo de la educación posicionarse del mismo modo. Los leo argumentando sus diferencias en las redes, en eventos como congresos o jornadas, en textos. Llevo muchos sin años sin leer un texto de algún académico de la educación argentina que polemice: pertenecer tiene sus privilegios y entre gauchos nadie se pisa el poncho. Ni hablar de asistir a algún evento educativo a donde se discuta en serio algo: todo sonrisas y flores, pero de debate nada.

A mi entender esto es lo que nos tiene estancados: el estar siempre pendientes de qué dirán o de las inclusiones/exclusiones en circuitos de pertenencia y la falta de compromiso real con el cambio. Muchos temen a perder sus fuentes de trabajo si opinan. Tan cierto como esto es el desánimo que reina entre los colegas por la alienación que genera nuestras condiciones de trabajo. La motivación profesional, ausente sin aviso.

Para empezar a mejorar necesitamos obviamente de quienes toman las decisiones políticas pero también de fundamentos que puedan establecerse a través de investigaciones educativas no manipuladas de antemano, que aborden las temáticas relevantes sin red y que nos permitan pensar entre investigadores y docentes por dónde comenzar a cambiar.

¿Por qué tanto temor al debate? ¿Por qué no hacerlo incluso escuchando a las nuevas generaciones de educadores que anhelan un futuro mejor para su profesión? ¿Por qué no autoconvocarnos para empezar a generar nosotros mismos estos espacios?

Tenemos muchas preguntas para empezar a plantearnos las urgencias, propongo aquí algunas sólo a modo de puntas del ovillo para arrancar un debate serio:

  • ¿Qué podemos hacer ya para empezar a mejorar los problemas de lectura y escritura que se nos presentan? ¿Qué deberíamos cambiar en las formas de enseñar para lograrlo?
  • ¿Sirve de algo tener las escuelas llenas de computadoras si no tenemos conexión a Internet? ¿Para qué cosas sirve la tecnología para mejorar la enseñanza y para qué cosas no sirve?
  • ¿Cómo logramos hoy motivar a los chicos para que quieran conocer y aprender los temas que enseñamos?
  • ¿Necesitamos más de cada disciplina o más de la producción didáctica dentro de cada campo del saber?
  • ¿Qué hacemos con los altísimos índices de fracaso escolar que aún tenemos? ¿Los exámenes para evaluar nos muestran realmente lo que los chicos saben? ¿Es fracaso del aprendizaje o es resolución inadecuada de los exámenes?
  • ¿Tenemos que seguir usando libros de texto?
  • ¿Necesitamos más días de clase o más horas en la escuela para mejorar la educación?
  • ¿Es posible incluir a todos en la escuela? Si lo es, ¿con qué estrategias?
  • Con las condiciones de trabajo actuales de los docentes argentinos: ¿qué cambio sería posible?
  • ¿Cómo abordamos la problemática de la violencia en las escuelas?
  • ¿Qué hacemos desde las escuelas ante la falta de respuesta de los organismos responsables de asistir situaciones de atención a la infancia?

Hay miles de preguntas y respuestas muy diversas para cada una de ellas. No se trata de verdades absolutas, se trata de puntos de vista, de experiencias, de argumentos. Lo cierto es que no podemos seguir como hasta ahora y algo tiene que empiezar a suceder para “sacudirnos”. ¿Quién lo va a generar?

La escuela hoy no necesita comodidad: requiere de verdades incómodas que nos sacudan las ideas y la forma de trabajo. Suelo decir a mis alumnos del profesorado que si querían una profesión cómoda, no hubieran elegido la docencia.

Todos los días comparto con algunos colegas sus preocupaciones tanto por los alumnos, por la enseñanza, por nuestro agobio… ¿Por qué no abrimos estos intercambios reducidos y que no despegan de la queja y generamos a partir de ellos un movimiento que renueve nuestra profesión?

Tal vez parte del abatimiento que nos invade pueda contrarrestarse con el condimento de ser protagonistas de las discusiones educativas y crear nuestra propia agenda de temas de interés. Quizás ahora que estamos de vacaciones es un buen momento para plantearnos el inicio de un año de trabajo diferente.

No rehuyamos el debate, pongámoslo sobre el tapete. Participemos, generemos estas discusiones, sorteemos la incomodidad y entendamos que no son “cosas personales” sino necesidades profesionales. Leamos, intercambiemos, opinemos. Nos falta para mi gusto un poco más del “salero” que tienen nuestros queridísimos colegas españoles, antes los que me saco el sombrero por su producción y debate en las redes.

Ya es hora de que escuchen las voces de los que protagonizamos la educación en primera persona. Los blogs y las redes nos ayudan a compartir ideas, también a discutirlas. Saquemos el jugo a este escenario que se nos ofrece.

Créditos imagen: C-Monster, vp debate. Fuente: Flickr.

 

4 comentarios

  1. Sin lugar a dudas es prioritario recuperar la idea de que la docencia es una profesión y no un simple empleo. Si no partimos de esta premisa básica difícilmente se pueda recuperar el orgullo de ser un educador. No se trata de una cuestión de elitismo sino que la docencia requiere de condiciones, competencias y habilidades dignas de cualquier profesión compleja y dinámica, con el agregado de que es una profesión multiplicadora que impacta en todos los niveles sociales y en las futuras generaciones.
    Mi experiencia personal es frustrante frente a la posibilidad de generar y compartir cambios o innovaciones. Tal cual lo describís: «Primero soy yo y mi empleo, luego veremos que pinta pero sin sobresalir demasiado, a ver si me cortan la cabeza..». Compañeros así son con los que tuve que convivir.
    Mal que le pese a muchos docentes, la carrera debería ser de alguna manera meritocrática. No hay estímulo en saber que hagas o no hagas, tu puesto no peligra (salvo en las instituciones de gestión privada, donde pesa cómo te relacionas con los «jefes» antes que tu desempeño) y que tu sueldo se va a incrementar sólo por el hecho de estar y que pase el tiempo.
    Y también mal que nos pese, muchas veces funcionamos bajo la regla de «hijos del rigor», avanzamos cuando nos obligan y cuando la presión baja tendemos a volver a estancarnos.
    Si logramos cambiar la mentalidad en algunas de estas cosas, quizas logremos hacer del ejercicio de la docencia algo más digno y respetable. Porque si no, los cambios se vuelven efímeros.

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  2. Apoyo con firmeza tu planteo en cuanto a cierta cobardía en soltarse y ensayar cuidadosa y prudentemente cambios y sobretodo a convocar a un debate a partir de alguna estructura que agrupe en diversos lugares de nuestro pais.He visto a los docentes en los medios salir a plantear la defensa de sus salarios,pero casi siempre desde los sindicatos.Que a mi entender muchas veces ejercen una verticalidad que les resta posibilidad de una acción en el sentido que vos planteas Y según pienso un sindicalismo orientado de modo que no use el poder valorado en sí mismo sino en una accionar actualizado a estos tiempos que vienen acelerando mucho.Y los niños y jóvenes se hallan muy perjudicados.Como vos sabés en el recorrido de mi vida la mirada y acción en los niños ha sido fundamental.Muchas veces me pregunto qué población tendrá nuestro pais con estos niños y jóvenes si no aceleramos un poco la transformación.Es necesatrio una convocatoria amplia.Realizarla desde una estructura organizativa .O bien comenzarla como se pueda y la organización de la misma se hará sobre la marcha.Hay redes de convocatoria como para llevar una propuesta al Congreso.Quizás ese sea el camino.Tu espacio de trinchera es un buen lugar tanto para registrar lo que acontece como para dar un puntapié inicial.Animo y el horizonte esta´en «espera».Como siempre agradezco este espacio que has creado y pones al alcance democráticamente,dado que no soy docente.Un abrazo,Frida Riterman

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