La agenda de la ESI estalla en las escuelas

Pasó una semana tremendamente intensa para la Argentina. Unos de esos días en que se siente estar atravesando sin dudas un momento histórico y a donde se agradece poder estar para vivirlo. El debate en el Congreso sobre la legalización del aborto se concretó en su primera etapa con el ajustado triunfo de la posición a favor, pero se vivió en las calles y en las escuelas con la intensidad de esas olas de realidad que arrasan y atraviesan cada momento de la vida cotidiana.

Cada docente se vió interpelado estos días por preguntas que respondió como pudo (si es que pudo). Algunos más incómodos que otros, transitaron la imposición de una agenda instalada por los chicos y chicas que accionó el movimiento sobre temas que la escuela intentaba esquivar. Esa contundencia volvió ineludible el tema y obligó a políticos y funcionarios a salir a decir que ahora hasta “evaluarán la Educación Sexual Integra en las escuelas” y a los docentes por supuesto. Los mismos que hicieron todo lo posible por ningunear el tema hoy salieron a tomarlo como bandera, al darse contra la pared viendo que este debate puso de manifiesto la falta de avances sobre este campo. Como si fuera poco, hasta encontraron ahora en la ESI la respuesta a la prevención del embarazo no buscado, como si antes no hubiera estado ahí, y salieron a usarla como caballito de batalla.

Pero lo que deberíamos entender en los contextos escolares – a donde por más esfuerzo que se haga por tapar las cosas la realidad ingresa-, es que hoy una agenda ESI requiere un tratamiento mucho más intensivo y amplio que lo que veníamos entendiendo hasta ahora.

Resulta ineludible por ejemplo pensar en conceptos que llegan de la mano de los movimientos feministas: la construcción de colectivos de lucha que introducen ideas poderosas como la “sororidad”, también se van imponiendo en cada espacio.

¿Estamos preparadas y preparados las mujeres y los hombres que pertenecemos a las generaciones educadas en “el patriarcado” y la heteronormatividad para hacer frente a todo esto que se ha abierto en las escuelas desde el lugar de enseñantes? ¿Cuánto debería atravesarnos y lograr deconstruirnos para poder lograr entablar siquiera un debate con estas chicas que se se han empoderado y recuperado no sólo la palabra sino también la acción?

Las reacciones no pueden ser de rechazo ante lo que desconocemos o no comprendemos. Al menos tendríamos que buscar la forma de dar un espacio a este fenómeno social que ya está dentro de las instituciones. Como decía el otro día Manuel Becerra en Twitter, lo que está pasando afecta todo el mapa de las relaciones socioafectivas. ¿Podemos acaso estar al margen de esto en la escuela? La manera en que los varones empiezan a construir una nueva identidad como tales; la forma en que las mujeres traccionan y luchan por sus derechos; las nuevas familias pensadas desde estos lugares que nada tienen que ver con lo conocido hasta ahora. Configuraciones de mundos que aún no conocemos de esta manera.

Mucho para asimilar y una fuerte necesidad de dar respuesta a lo que está pasando aquí y ahora. No podemos hacer como en otras ocasiones “que llegamos siempre tarde”. La ola ya nos tapa y nos interpela para ponernos a la altura y poder sacar la cabeza antes de ahogarnos. Seguramente entre los docentes más “antiguos” nos estemos preguntando miles de cosas que necesitamos empezar a compartir y discutir. Pero como siempre, la mejor salida la podremos encontrar trabajando como colectivo: no juzgando; no con prejuicios; no negando lo que estamos afrontando hoy.

Se impone ahora desde repensar el lenguaje y la comunicación hasta la forma en que abordamos la comprensión de la realidad en estos nuevos contextos, entendiendo que lo que hacemos y decimos se decodifica en un registro diferente al propio.

La escuela puede intentar ser una burbuja de contenidos académicos y nada más, pero aunque haga un esfuerzo en este sentido, no lo va a poder lograr. Es permeable al entorno y estas semanas lo han demostrado con creces. Quienes tienen responsabilidades políticas deberían saber que esta vez no las van a poder eludir simplemente tirándonos el fardo a docentes y directivos. Hoy será necesario que salgan a demostrar que con declarar jornadas obligatorias ESI no alcanza. Hay que poner a disposición recursos, capacitación, ayudas, equipos de orientación, etc.

Y para quienes estamos en las escuelas se nos presenta un escenario de desafíos inimaginables. Sin embargo, estoy convencida de que estamos a la altura. Mientras nos demos los espacios para discutir, pensar y accionar seguramente podremos dar respuesta a esta nueva agenda urgente que se ha impuesto y que viene de la mano de chicas y chicos que, lejos de ese prejuicio de que “no les interesa nada”, han demostrado su enorme capacidad para salir a luchar por lo que creen justo y necesario. Una revolución sin dudas. Y tenemos el privilegio de estar para acompañarla.

 

Créditos imagen: http://www.resumenlatinoamericano.org/2018/06/13/argentina-13j-un-dia-historico-con-una-multitud-reclamando-ley-de-aborto-legal-gratuito-y-seguro/

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