Quise abordar este tema porque cada año que pasa veo repetirse la misma historia: mientras los diseños curriculares cambian, se «aggiornan», incorporan nuevas miradas; la escuela sigue con su inercia enseñando cosas más cercanas a un curriculum oculto que a lo que las propuestas oficiales plantean. Y donde más veo esto es en el campo de las Prácticas del Lenguaje, a donde se perpetúa la enseñanza de una disciplina estructurada desde la gramática, la ortografía y la sintaxis mientras que en las currículas hace rato que se viene hablando de un cambio de enfoque que posicione la enseñanza del lenguaje al servicio de uso comunicativo.
En paralelo escucho padres preocupados decir «-Cada vez escriben peor los chicos!»; enojados por la pérdida de una ortografía que mueve la nostalgia de cualquier «+40». Culpan a la tecnología, los celulares y en particular a los mensajes de texto, de ser los responsables de perder una escritura que respete las normas.
También es frecuente escuchar el «cliché» de «hoy los chicos no leen», afirmación absolutamente refutable desde estadísticas incluso (justo salió una nota sobre lo que leen hoy los «Adolescentes: preferencias a la hora de elegir qué leer«). Sin embargo en el imaginario de la gente los chicos «ya no tienen interés en leer porque se pasan todo el día en la computadora».
Y así transitamos entre discursos apocalípticos del fin de la escritura y padres junto con docentes indignados, mientras que la escritura y la lectura van evolucionando por caminos bien diferentes de lo que observa este discurso meláncolico, sobre cuestiones que ya deberían ser consideradas anacrónicas. Acá seguramente viene la parte a donde algunos se pregunten qué estoy diciendo… ¿acaso estoy afirmando que ya no importan las «formas» en la escritura? Casi casi por ahí vamos…
El gusto por la escritura se adquiere muy lejos del estudio de su parte formal. Por supuesto que se necesita desarrollar habilidades para la escritura formal, pero en realidad lo que más se necesita es aprender a comprender los contextos de la escritura. No es lo mismo escribirle a un amigo, que a un docente, que a los padres en un mensaje de texto. El problema más fuerte radica hoy en seguir enseñando en la escuela aspectos escindidos de estos contextos: durante años nos enseñaron análisis sintáctico y reglas ortográficas, sin embargo eso no garantizó que todos escribiéramos adecuadamente. Entonces: ¿por qué cuestionamos tan duramente la existencia de nuevos contextos de escritura? Los contextos existen y no pueden ser reconocidos y abordados con los viejos contenidos de la gramática: necesariamente se impone el desarrollo de un enfoque comunicacional, en donde lo central de la enseñanza esté puesto en el para qué, dónde y cómo escribir de cada manera.
¿Y cuál es la relación con la lectura? Hasta el día de hoy muchos afirman desde el prejuicio que quienes más leen, menos problemas de ortografía tienen. No existe ningún estudio que avale esto, y en mi observación empírica de años de docente podría afirmar que no existe relación alguna entre una cuestión y otra. ¿Entonces para qué hacer leer a niños y jóvenes cantidad de obras literarias que no despiertan su más mínimo interés si su aporte es nulo?. Es más: yo afirmaría que obligarlos a leer aquello que no desean los aleja cada vez más del interés por la lectura, lo que tendría consecuencias mucho más negativas que si dejáramos escoger a niños y jóvenes qué les gustaría leer en la escuela.
Por último, el uso que se hace de la literatura en la escuela, en donde se reduce a preguntar durante años «¿quiénes son los personajes?, ¿qué características tienen?, ¿qué les pasa en la historia?, etc.», desarrollando cantidad de aburridísimas preguntas retóricas, lo único que logran es apelmazar las neuronas en vez de estimular un pensamiento crítico y creativo. Entonces deberíamos entender que necesitamos una «revolución» prácticamente en la enseñanza de estos contenidos en la escuela.
En la era de la transmedia y del storytelling, en las escuelas argentinas seguimos con los mismos libros que leíamos los que hoy somos adultos y con los mismos formatos anácronicos, que se niegan a reconocer el avance hacia una literatura digital. Seguimos reclamándole a los libros de texto que traigan para «practicar» ejercicios de sintaxis y ortografía, mientras les decimos a los chicos que no se distraigan leyendo sus pantallas y que lean solo libros aburridos para ellos, que no los provocan el menor interés o motivación.
Los chicos y jóvenes de hoy tienen interés en leer (lo muestra las horas que pasan leyendo sitios en la web) y en escribir (lo muestra las horas que basan escribiendo en redes sociales, blogs, etc.). El desafío está en que los docentes y padres entendamos sus nuevos lenguajes, códigos e intereses genuinos y abordemos el conocimiento de las Prácticas del Lenguaje a través de ellos.
Sería bueno empezar a mirar con buenos ojos iniciativas como la de Galicia, España, que se plantea ya incorporar los todos contenidos en libros digitales en la escuela a partir del año que viene, como un proyecto oficial basado en el uso de dispositivos móviles.
Si queremos mejorar la escritura, si queremos promover la lectura, lo que es claro que nada más obstaculizador para lograrlo que seguir enseñando la vieja «Lengua» con que nos formaron a nosotros.
Subrayo todo lo que decís! hace años que lo vengo diciendo! Esto además tiene que ser un plan desde la propia institución ya que me ha pasado de estar en clase leyendo libros en el celu (pensemos también en los precios que tienen los libros!) y que después la directora me llamara la atención por dejarles usar el móvil en clase. Resultado? pedirle a los chicos que lo leyeran abajito del banco por si pasaba la dire!!!! Uff hay tantas cosas que aggiornar realmente y siguen solo focalizandose en las etiquetas.
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Mis hijos comenzaron la escuela hace pocos días y ya tengo que comprar cerca de 25 libros. No solo es una locura en términos presupuestarios para las familias sino también un despropósito. ¿Qué sentido tiene «leer por cantidad»?
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Está muy buena la propuesta y creo que sería genial que la escuela incorporara textos interesantes para los chicos y que ellos puedan proponerlos para trabajar en clase. Ahora me pregunto: ¿no es una función importante de la escuela poner a los chicos en contacto con situaciones, modelos de aprendizaje y, en este caso, textos con los que no se toparán en su vida cotidiana? Recuerdo haber leído libros en la escuela que nunca hubiera elegido en una librería o biblioteca y que sin embargo me gustaron mucho y me ayudaron a pensar. Creo que la escuela puede tener un importante rol contracultural en este sentido y abrir posibilidades que no se encuentran disponibles en otros contextos (y viceversa).
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Claro que sí Jimena! Pero esos textos tienen que despertar el interés, no «imponerse». Justamente contás cómo esos textos te abrieron un mundo y eso es porque te interesaron. Veo muchas lecturas «de compromiso» que después se usan para tomarles en una prueba «qué pasa en el capítulo 3» del libro. Terminan haciendo lo que llaman «control de lectura». ¿Cómo puede motivar eso a chicos y jóvenes? Difícil…
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Si, difícil de esa manera, totalmente de acuerdo.
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Mi nombre es Sofía y hace dos años comencé a estudiar Letras en la Universidad. Este verano, enseñé a una prima sintaxis porque se la había llevado a Marzo. En su carpeta aparecían cosas como ‘figura tonal’, ‘predicados no verbales’ cosas que yo pude estudiar en la Universidad pero jamás vi en la secundaria. No solo aparecían mencionadas sino que tampoco eran explicadas. Cuando cursé Gramática, lo hice con la profesora Borzi en la UBA con el método cognitivo prototípico. Durante el secundario jamás entendí sintaxis, nunca me fue bien. La materia la terminé con 10, porque el método y la explicación estaban basados en el lenguaje en uso. Este método se contrapone al que se utiliza en las escuelas, el método estructural que por su antiguedad parece tener mayor autoridad que cualquier otro. El método cognitivo prototípico permite explicar relaciones gramaticales a partir de la lógica conversacional, analizábamos oraciones sacadas de textos con su contexto, lo que permitía un análisis profundo en las funciones y una visión menos estática del lenguaje. Gracias a esa materia entendí la importancia de la gramática y pude ver el fin comunicativo de la misma. Ahora puedo responder con tranquilidad ‘¿Para qué sirve estudiar Gramática?’, pregunta que incluso mis compañeros se han hecho. Coincido con el artículo, es de suma importancia incorporar nuevas gramáticas en las escuelas y dejar de lado el aburrido e injustificado estructuralismo.
No soy madre, solo soy una estudiante a la que le faltan años para recibirse pero me gusta mucho el blog.
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Gracias Sofía por sumar ideas y pensamientos!
Qué bueno que puedas hacerlo desde el campo específico de las Letras, un muy buen aporte!
Ojalá tengamos en las aulas docentes formados desde esta concepción para empezar a cambiar las cosas.
Nos seguimos leyendo.
Un afetuoso saludo,
Débora
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