La escuela «jaqueda»: discursos que confunden

En los últimos tiempos he vivido reiteradas discusiones y debates en los que cuesta entender dónde y cómo ubicarnos frente al deseo compartido de mejorar la educación y por ende de cambiar la escuela.

Me gustaría sintetizar algunas ideas y pensamientos en voz alta, que den lugar a una discusión seria y que superen las meras antinomias y «chicanas» políticas porque siento que estamos encerrados en un discurso pedagógico pseudo progresista que no nos permite salir a mejorar de verdad la educación. Es posible que algunos/as no les gusten mis opiniones y no pretendo que todos acordemos, pero así que debatamos con altura y con respeto porque hay muchos padres y chicos esperando una escuela a la que quieran ir, una escuela en donde de verdad se aprenda en vez de pasarla mal cerca de 8 hs al día.

Lo primero que voy a decir es que me afilié a un sindicato docente apenas comencé a trabajar en la educación pública, hace ya 27 años. Lo hice convencida de que los docentes somos trabajadores con derechos y obligaciones, y desde ese día no he dejado de aportar al gremio y de participar en los actos electorales o convocatorias abiertas, a pesar de disentir gran cantidad de veces con sus decisiones y políticas. Tengo la convicción de que los docentes debemos estar agremiados, pero eso sería objeto de otra entrada. Sin embargo, me veo en la obligación de aclarar esto ya que gran parte de mis debates se dan con personas que conformar los gremios.

Por supuesto que pertenecer a un gremio no te da «carnet de progresismo», ni para el afiliado ni para el representante, pero como ya saben quienes me leen en este blog, tengo la profunda certeza de que enseñar es una actividad política. Ahora… ¿entonces tenemos que ejercerla dentro del «muchachismo» y la falta de seriedad pedagógica? ¿La formación que tenemos que recibir es solo sindical y el resto hay que repelerlo? Nada más lejos de mí que esta idea: cada día estoy más convencida de que el mejor docente no es el que se compromete partidariamente sino el que se forma de manera continua y se preocupa cada día porque sus alumnos reciban la mejor enseñanza posible. Y esto, sin dudas, se logra con mucho trabajo gran parte del cual no está reconocido socialmente: planificar, corregir, diseñar materiales didácticos, traslados entre instituciones, etc. son actividades que no se cuentan dentro del tiempo de trabajo docente. Pero provocan un gran cansancio físico y psicológico, propio de nuestra profesión, que ha sido peligrosamente naturalizado. No es el cansancio de tomar mate con «los compañeros docentes» y discutir los dichos de Michael Apple sobre la educación en USA, es claramente otro cansancio. De hecho: no tuve tiempo de ir a escuchar a Michael Apple, porque tenía que corregir cientos de parciales que el régimen de evaluación me obliga a tomar, sobre mis 8 comisiones de estudiantes correspondientes a 4 materias diferentes en 3 turnos, que debo tener para llegar a percibir un salario digno.

La escuela no se mejora por ir a escuchar especialistas, si bien muchos de ellos me han ayudado a pensarla de diferentes maneras y se los agradezco. Pero reconozcamos que la falacia de creer que en reuniones masivas y escuchando a los «expertos» vamos a lograr que la escuela cambie, a esta altura debería aceptarse como un gran fracaso de estrategia. Si los docentes tuviéramos algún tiempo real en la vida escolar para juntarnos a trabajar colaborativamente las propuestas pedagógicas -y esto hace ciertamente a nuestras condiciones de trabajo y a cómo se concibe nuestra profesión-, seguramente lograríamos mucha más mejora. Pero en vez de esto, nos mandan a «capacitar» a encuentros a los que asistimos a escuchar cosas que no impactan sobre nuestro trabajo cotidiano.

Pero además es importante analizar quiénes y qué dicen los «especialistas». Todos somos «especialistas» en algo, solo que algunos cuentan con el prestigio social y su correspondiente etiqueta. En educación, son contados los que dan alguna idea clara acerca de qué hacer todos los días en nuestras instituciones para que las cosas salgan mejor. No digo recetas, pero al menos puntas de ovillo para pensar por dónde arrancar, y eso es porque la mayoría no pertenece al ámbito de las instituciones educativas, a las que solo vé como «objetos de estudio».

En los últimos tiempos además, la expertiz se asocia al tratamiento de un área o disciplina en particular. En lo personal, soy una convencida de que el rotundo fracaso actual de nuestra escuela radica en la permanente fragmentación de los contenidos curriculares y su tratamiento que en nombre de la profundidad, en donde nunca se llega a anclar en la comprensión real y en la significatividad, tan mentado principio del aprendizaje. Cada vez más contenidos; cada vez más «pedacitos sueltos» que juntar; cada vez más cosas con poco sentido por aprender.

La defensa corporativa de la superioridad de ciertos contenidos sobre otros, cuya base real es la defensa de los puestos de trabajo que no cuestiono en absoluto pero que atenta contra la posibilidad de enseñar conformando equipos de trabajo, es el signo de la época. Cada disciplina o área «defiende su quintita» caiga quien caiga, sin pensar cómo hacemos entre todos en serio para conseguir mejorar la escuela. Se vive como amenazante cada posibilidad de trabajo articulado y, lo que es peor, quienes menos saben y quienes más atentan contra la escuela pública se arrogan ahora ser los padres de un discurso moderno sobre la escuela.

Todo esto crea una tremenda encrucijada para los docentes: si pienso en la innovación, parece que le hago el juego a los que buscan reducir puestos de trabajo docente a costa de un discurso que ni ellos entienden. Y así estamos: en la falacia de que para ser un «maestro/profesor progre», hay que rechazar toda idea de trabajo en equipo; uso de la tecnología; enseñanza de idiomas; etc. Menudo problema el nuestro…

La defensa a ultranza del Diseño Curricular se vuelve confusamente bandera del progresismo, cuando siempre fue el corsé de una enseñanza adaptada a diferentes contextos. No es el Diseño Curricular lo que garantiza la seriedad en el tratamiento de los contenidos, menos aún en la Ciudad de Buenos Aires por ejemplo en donde en el Nivel Inicial data de hace ya 14 años y en el nivel primario de hace 10. El mundo cambia, el curriculum debería acompañar ese cambio. Claro que a juzgar por lo que le llamaron «cambio» en la Nueva Escuela Secundaria a veces uno dice «para hacer esto mas vale no cambien nada!».

La paradoja es entonces que el progresismo se vuelve «tradicionalista» en la defensa del curriculum, mientras que los que abonan la formación de las élites venden discurso innovador como espejitos de colores. ¿Dónde nos ubicamos entonces? Claramente no estoy en ninguna de las dos veredas: no puedo defender un curriculum que atrasa, menos aún puedo sostener un discurso posmoderno vacío de contenido. ¡No quiero ninguna de ambas cosas!

Cuestionar la inclusión de TIC en la escuela por considerarla «de segunda» frente al tratamiento de los contenidos curriculares de las áreas disciplinares me parece un discurso más que anacrónico. Más aún cuando quienes lo detentan se resisten a la inclusión de las TIC por tecnofóbicos, pero tapan su posición con el «discurso progre» de que lo importante no está ahí sino en las áreas curriculares tradicionales.

Y salir a hacer «cosmética curricular» y marketing de proyectos y escuelas de otros contextos, es no tener la menor idea de cómo mejorar la educación ni de qué cosas pasan en nuestras escuelas. No se trata de criticar que nos hablen de Finlandia: ¡me encantaría tener las escuelas de Finlandia! ¿Está mal?. Claro… pequeño detalle: no somos Finlandia! ¿Acaso podríamos serlo algún día? Eso no quiere decir que deje de mirar las cosas que hacen bien ahí y pensar si alguna de ellas podría llegar a adaptarse a nuestro contexto. Sin que nos vendan que Finlandia es posible en la Ciudad de Buenos Aires…

Lo que sí estoy segura es de que con decisiones políticas adecuadas se puede mejorar la educación. Hay que decir con la misma contundencia que en los últimos tiempos no veo que existan, de ningún lado del espectro político. Estamos en una falsa antinomia que no nos permite salir: el «discurso progre» nos aleja de la mejora real; el «discurso posmoderno» nos vacía de contenido.

Las «familias progres» resuelven esto enviando a sus hijos a escuelas públicas de élite, porque en el imaginario las escuelas privadas «son el enemigo» de la escuela pública. Claro que sus hijos concurren a escuelas a donde van familias que pertenecen a los mismos grupos sociales: son públicas, pero solo acceden a ellas una élite. Así logran saldar la «solvencia académica» y conservar una cierta «armonía social», en el marco de la escuela pública. Esos chicos tienen acceso a todo lo que la sociedad hoy requiere de ellos, incluso la tecnología de la que tanto reniegan los docentes «progres». (Sobre este tema de las escuelas elitistas recomiendo fuertemente la lectura del libro «La educación de las elites. Aspiraciones, estrategias y oportunidades» de Guillermina Tiramonti y Sandra Ziegler, 2008).

¿Cómo resuelve el resto de las familias la formación de sus hijos? ¿En manos de docentes que resisten todo lo nuevo porque hoy «conservar» es «ser progre»? Y claramente esos sectores son quienes más necesitan acceder a los requerimientos de una sociedad cambiante, con una formación sólida pero flexible al mismo tiempo.

¿Cómo hacemos para que quienes vacían de contenido y encandilan con globos de colores no se conviertan en los paladines de la modernidad si del otro lado nos resistimos a todo lo nuevo e interesante para cambiar la escuela? ¿Por qué dejamos que lo nuevo venga de mano de ellos y no lo traemos nosotros mismos? ¿Por qué les regalamos ese espacio para que lo llenen con slogans marketineros? ¿Por qué ubicarse en el lugar de «conservar» en vez del lugar de cambiar?

No le temo a la palabra innovación: la defiendo y la sostengo. No la asocio con nada negativo: la pienso en aquellos docentes que con creatividad y ganas le ponen todos los días el cuerpo a ideas interesantes, a proyectos diferentes, a la preocupación porque los chicos quieran ir a la escuela a aprender.

Si no salimos de este discurso maniqueo, caemos entrampados en no poder hacer nada para que la escuela sea mejor. Discutamos, debatamos, intercambiemos: pero salgamos del conservacionismo porque defender la escuela pública no debería ser sostener lo peor de ella por temor a perderla. La defendemos haciéndola mejor, la defendemos incorporando cosas distintas, la defendemos formándonos en lo nuevo y abandonando la defensa de un academicismo nostálgico y ancrónico. No la defendemos por oponerla a la privada, por crear más antinomias. Por último, nada más lejos de mí que el discurso triunfalista, competitivo y marketinero de la actual gestión del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

¿Acaso no somos capaces de construir una alternativa lejos de estos polos?

 

 

 

6 comentarios

  1. Coincido en la mayoría de las afirmaciones Débora.
    Y en esta: «Cada disciplina o área “defiende su quintita” caiga quien caiga, sin pensar cómo hacemos entre todos en serio para conseguir mejorar la escuela.» coincido plenamente! Así fue la dinámica de todas las reuniones NES del año pasado y de este…
    Pero en esta otra parte: «La defensa corporativa de la superioridad de ciertos contenidos sobre otros, cuya base real es la defensa de los puestos de trabajo» coincido con el diagnóstico, pero no tanto en la explicación. Creo que es más fuerte la parte corporativa en cuanto a la superioridad de contenidos, que la defensa de los puestos de trabajo. Y que está basado en gran medida en la ignorancia, por ejemplo claramente, en resistirse a la incorporación de la Informática/Computación como espacio curricular.
    Años y años de hablar de las TIC y su uso en las distintas asignaturas, más el mito de los nativos digitales, hicieron que cualquiera se piense que sabe Informática/Computación y que los chicos también lo saben. Cuando la realidad demuestra (y creo que a eso apuntás sobre todo en la publicación) ni siquiera saben utilizar las TIC en las distintas asignaturas, que eso no es Informática/Computación.
    Bienvenido el debate, si se produce, porque hasta eso vengo observando… se niegan incluso a debatirlo, «mejor dejar todo como está» y ahí si se ve lo que vos llamaste «defensa de los puestos de trabajo» y «defender su quintita».

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    • Hola Gustavo, en realidad no me refería a eso en particular y no tiene que ver exclusivamente con el tema de las TIC: es algo más profundo del orden del debate entre conservar e innovar, que trasciende ese plano. Dí el ejemplo de la tecnología ya que el discurso de los gremios pareciera verse casi como el «demonio» de la escuela al que hoy hay que desterrar y combatir «en resguardo de sostener el curriculum» como si ambas cosas fueran incompatibles.
      Me parece que lo que traés es objeto de otro debate, o por lo menos no era sobre lo que estaba haciendo eje en esta entrada. Seguramente ese otro tema se seguirá debatiendo y ya conocemos nuestras posiciones acerca de él. Mi intención en esta entrada está claramente puesta en otros puntos.
      Saludos!
      Débora

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      • Es que en lo general coincido. El ejemplo particular lo uso como una reafirmación desde lo que yo veo y conozco. Como vos sos formadora de docentes escribís más en general y lo entiendo. Pero desde lo particular también se nota lo mismo.
        Desde lo general: no te referís a por ejemplo las consignas de «No a la NES»? Como si mantener la escuela tal cuál está fuera bueno. En realidad debería haber coincidencia en que hay que mejorarla y transformarla, no como lo propone el GCBA, pero tampoco dejar todo como está. Hay otras formas de mantener los puestos de trabajo, en lo que coincido plenamente, por ejemplo: la capacitación o el trabajo equipo en proyectos junto a otros docentes dentro de la misma institución.
        Y me centro en la secundaria porque es el nivel donde trabajo. Pero no debe ser muy distinto en los demás.
        Y aclaro, se debatieron otros modelos de escuela, pero al momento de escribir y plantear el comienzo para las escuelas pioneras (?) vimos el mismo de siempre.
        Para el trabajo docente en equipo y el intercambio entre colegas se plantea el modelo del «Profesor por cargo», cómo lo ves? (pensando en la parte que escribís sobre «ir a escuchar a especialistas»)

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  2. Estimada Debora gracias por tus aportes como siempre impecables, pienso utilizar este texto para trabajar una Jornada de Directores dentro del Programa Nacional de Formacion Permanente, cordiales saludos desde Salta
    Mercedes Oleinizak

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  3. ¿Acaso no somos capaces de construir una alternativa lejos de estos polos?….

    Débora, somos mas que capaces! me refiero a los docentes, y a todo ciudadan@ argentin@ que desea mejorar la educacion en verdad y promover una escuela capaz de gener animo y deseo de estudiar en ella. como mínimo.
    Lo que sucede es que no podemos consensuar porque los medios y las personas en los lugars de PODER (me refiero a poder de accion) estan a favor de que la situacion no mejore, o les genera miedo apoyar causas, o se sienten seguro con lo conocido y como dice el dicho : «mejor malo conocido….» en ultima instancia porque una escuela inconsistente y generadora de fracaso, es en el futuro, Mano de obra manipulable, barata y al servicio de politicas de turno. ( no me refiero a ningun discurso plitico en particular)
    Personalmente considero que en nuestro país hay demasiada porduccion INTELECTUAL, debate y palabras, y faltan VALOR, y ACCIÓN, POSTURAS POLITICAS( no me refiero a politicos, sino a personas con posturas politicas y acciones politicas, entendiendo a la educacion como un hecho politico, COHERENTES Y CLARAS y AMOR, si amor! porque todo siempre tan frio y deshumano? Mira yo me quedé sin mi titulo por salir a trabajar con el mismo al 69% , y ser tan diferente, supongo, no me queda claro porque me hicieron la vida imposible, pero ya no hubo nada que pueda hacer,aun habiendo pedido un pase de institucion tuve que pagar abogado, recien para lograr el paso, año despues! Esto me marco a fuego, porque si esto me pasaba a mi como adulto, que podria pasar a un menor en el ambito educativo cuando sufriera maltrato, que herramientas quedaban para ellos? Asique segui luchando como madre, por la educacion de mis hijos. y elegí Homeschooling, porque aun no existe la escuela que quiero para ellos, y aunque no tengo recetas tengo acciones, soy autodidacta, no se como seria una escuela mejor, pero habiendo sido educada en este sistema y habiendo sido suplente de secundaria hasta donde me permitio el mismo sistema, se todo lo que NO quiero para ellos! saludos!

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