Razones para no dar tarea escolar en vacaciones: combatir la inercia pedagógica

Cada año que pasa y se aproximan las vacaciones digo las mismas cosas: ¿cuál es el sentido de dar tarea en vacaciones? En otras entradas hablé del por qué no le encuentro sentido a la tarea escolar en escuelas de jornada completa. Hoy voy a ampliar por qué no tiene ningún sentido mandar a hacer tarea en vacaciones.

1.- El para qué de la tarea. Los argumentos que más se escuchan tienen que ver con el «se van a olvidar todo» o con el «necesitan practicar». Ambas afirmaciones tienen su base en la idea de que el aprendizaje se produce por «fijación», repetición y mera práctica. Hace mucho tiempo ya que los educadores sabemos que la memorización no es la forma adecuada de aprender y que va en detrimento de la comprensión. Ahora, si esto es tan sabido… ¿por qué reaparece este argumento con tanta frecuencia? ¿Acaso nos llenamos la boca con un discurso pero después hacemos lo contrario?
No nos engañemos: los chicos que aprenden bien no necesitan repetir y practicar porque se olvidan todo. Y si lo necesitan significa lisa y llanamente que nosotros hicimos un muy mal trabajo docente.

2.- El sentido de los recesos escolares. Se habla de receso justamente por la necesidad de un corte: el cansancio no permite generar las condiciones necesarias para aprender y tampoco para enseñar. Por este mismo motivo lo fundamental del receso es poner la mente en «modo creativo», dormir más, relajarse, hacer planes con amigos y, si los padres pueden tener algún rato, compartir momentos juntos que en otras ocasiones del año no se puede. ¿Cómo puede ser esto compatible con hacer tarea? Evidentemente no hay manera…

3.- La excusa del tipo de tarea. En muchas escuelas se disfraza la tarea escolar de una serie de «actividades divertidas»: contá en el cuaderno lo que vas haciendo cada día, dibujá lo que más te gustó, leé xxx libro, etc. Con un tinte de «modernidad» estamos hablando de maquillar algo que sigue igual.
Si bien es mejor que asignar una chorrera de cálculos para hacer, sigue siendo en el fondo más de lo mismo. A ningún chico se le ocurriría hacer estas cosas por diversión aunque bien podrían ocurrírseles cosas parecidas por su cuenta. ¿Por qué pautárselas entonces? ¿Por qué condicionarlos? ¿Por qué no dejar que usen su tiempo libre de manera autónoma y placentera para cada uno de ellos?

4.- El argumento de la «calidad educativa». Creo que esta es la peor faceta de este problema: cuando una escuela se ampara en su discurso de «alta calidad» para justificar la exigencia insostenible de la tarea en vacaciones. Para el marketing escolar, hacer mucho (cantidad) es equivalente a saber más (¿calidad?). Estas ecuaciones no cierran de ninguna manera: como ya vimos en el primer punto, salvo que la enseñanza en esa escuela sea tradicional y amparada en los principios más conductistas y anacrónicos del aprendizaje, no hay manera de sostener esta afirmación.
La calidad no se obtiene por hacer más cosas sino por lograr aprendizajes significativos, relevantes y duraderos que no requieren de repetición sino de la posibilidad de transferirse y aplicarse a diversas situaciones y contextos.

Lo más preocupante de este tema es la naturalización con que se toma: los padres admiten la tarea en vacaciones y en muchos casos hasta la reclaman. La inercia pedagógica hace que los docentes la pidan sin saber para qué lo hacen, y cuando muchas veces ni siquiera la retoman o evalúan al regreso de las vacaciones. Es «el hacer por el hacer mismo», sin fundamento, sin relevancia, sin utilidad.

Claramente son los docentes y las escuelas quienes deberían comenzar a erradicar estas prácticas que afectan la infancia desde lo más elemental. Pero si no empezamos por ahí, somos los padres quienes deberíamos reclamarles el espacio que los chicos necesitan para el ocio, el descanso y la diversión propias de esa etapa de la vida. Sino… ¿quién les garantiza a estas generaciones una buena infancia?

5 comentarios

  1. Coincido totalmente con el artículo, las escuelas están llenas de discursos políticamente correctos con lo que debería ser y en el fondo sólo es un como si. Las practicas de una educación tradicional conductista o como bien llamaría Freire «bancaria» en el sentido de depósito y acumulación sumativa están muy arraigadas y vigentes sólo que solapadas en esta línea es esperable aunque no deseable que los maestros piensen en enviar tareas para las vacaciones. Este año discutí con mis pares porque el argumento era son tareitas fáciles… un poco de caligrafía y paralelamente se quejaban porque los directivos habían pedido que el lunes posterior a las vacaciones entregáramos unas planillas. entonces mi pregunta fue ¿por que las quejas es la misma situación que le están pidiendo a los chicos? la respuesta fue: No, no es lo mismo ellos son chicos, Más aún los chicos son chicos y merecen vivir y disfrutar su infancia como nosotros nuestras vacaciones. obviamente le mandaron igual tarea sólo a los niños con mayor dificultad, lo que a mi me da la idea de castigo ¿no? ¿te cuesta? bueno practica practica y practica como si fuera voluntaria la dificultad.
    Tanto padres como docentes deberíamos pensar en nuestras propias vivencias y comprender que lo que se aprende es lo que es significativo, lo que se vivencia y estimula nuestra participación es decir el aprendizaje real se trata de experiencias vivenciadas y significativas que me involucran como sujeto activo. el acumular carpetas y cuadernos llenos y llenos de contenidos vacios se compara a tener una biblioteca llena de libros de cocina con una y mil recetas y jamás cocinar nada.
    Saludos Violeta

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  2. Coincido totalmente con lo planteado. Y me detendría especialmente en la «moderna» propuesta de dar como tarea, lecturas obligatorias. (generalmente seleccionadas según el tipo de texto a aprender en ese grado, pero poco interesantes para los chicos). La necesidad de dar lecturas obligatorias no es más que un claro ejemplo de que algo no se está haciendo bien. La escuela debería fomentar el placer por la lectura y lograr que ésta vaya siempre asociada al placer y no a la obligación. Qué otra actividad me ofrecería ese estado de «relax» que solo la lectura de un libro atrapante puede dar.? Recostado en su cama o sentado en su rincón favorito, en un clima tranquilo, el niño puede sumergirse en infinidad de aventuras .Por qué transformar ese estado en otro de obligación y realizado a las apuradas para cumplir y contestar el cuestionario propuesto para evaluar la comprensión lectora (obviamente el último día de las vacaciones y amenazas de mamá mediante) ??Cuál es el objetivo? Tal vez sea trabajar la responsabilidad? Brindar al niño una propuesta para que él organice su tiempo, planifique , y sea capaz de responder a un requerimiento? .Tal vez… Pero esto produce un efecto contrario, si al regreso de las vacaciones, el docente ni siquiera se molesta en «pedir» la tarea y dar una devolución a esa capacidad de responder al requisito, realizada por los niños.Retomando la propuesta de Violeta de recordar nuestras propias vivencias, La lectura es una de las pocas actividades (si no la única) que me brinda esos momentos de sosiego y calma. Ese espacio recortado y ese tiempo detenido en que, con el cuerpo distendido, mi mente viaja a través de las palabras.Ojalá los chicos pudieran disfrutar en sus vacaciones de algún momento como ese.
    Saludos
    Pía

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    • ¡Qué punto importante has tocado Pía! ¡El de la lectura obligada como tarea!
      Hoy justamente escuchaba a uno de mis hijos decir «-Tengo tanto para leer y no tengo tiempo porque tengo que hacer lo que mandaron de la escuela!». Tanto esgrimir el argumento de incentivar la lectura y pareciera que nada los aleja más de ella que estas lecturas forzadas alejadas de todo interés personal y el placer de leer.
      Ojalá podamos empezar a desterrar estas prácticas tan enquistadas.
      ¡Un afectuoso saludo!
      Débora

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