El sábado que la escuela me hizo feliz

Cuando una viene trabajando hace 30 años en escuelas públicas, llega un momento en que te hace mucha ilusión el poder ver plasmados algunos de tus sueños y aspiraciones profesionales. Hoy tuve unos de esos días a donde mi trabajo me hizo inmensamente feliz. Claro que hay muchos de los otros a donde salgo abatida o desesperanzada, pero por un día como el de hoy es que elegí la profesión docente. Quiero compartir con ustedes qué tuvo de especial este día.

Quienes vienen leyéndome saben que más o menos hace 2 meses y medio que asumí la Rectoría de la Escuela Normal Nro. 1 de la Ciudad de Buenos Aires, esa institución “monstruo” compuesta por cuatro niveles educativos, dos edificios y miles de personas. Cuando lo hice me propuse a mí misma llevar adelante varios de los ideales de escuela que siempre tuve en mente, pero además lo hice con la responsabilidad asumida frente a un colectivo de colegas y estudiantes que confiaron en que yo podría hacerlo. Por supuesto apenas que empezás a intentar un cambio todo lo peor de la burocracia del sistema se vuelve en contra tuyo: si algo hace “el sistema”, es reproducirse a sí mismo bajo los temores y normativas que lo convierten en una gran maquinaria de evitar problemas. Pero como he dicho aquí muchas veces, el cambio trae problemas.

No les voy a mentir: hay momentos en que la burocracia me tienta a desistir de muchas de las cosas que propongo, pero debo reconocer que soy una persona bastante persistente con lo que me planteo y no es fácil hacerme desistir. Igualmente cuando se trata de encabezar un proyecto colectivo, eso hace que te sientas mucho más empoderado a lidiar contra el sistema.

Esta semana habíamos arrancado con una actividad para mí muy necesaria: una charla de una especialista en temas de bullying y ciberbullying, María Zysman, dirigida a padres y madres de todos los niveles, docentes y estudiantes del profesorado. Ya ese inicio de acciones dentro del proyecto de escuela que nos propusimos me había dado un fuerte aliento. Pero además teníamos planificada para poner hoy en marcha nuestra primera Jornada de Juegos abriendo la escuela a la comunidad educativa el sábado. Vamos a ser honestos: muy pocos confiaban en que esta propuesta fuera convocante, y finalmente la participación superó todas las expectativas posibles.

La jornada fue armado desde los espacios formativos del profesorado, específicamente desde un Taller de Juego, desde el cual su profesora convocó a los futuros maestros a diseñar propuestas lúdicas y materiales. Por supuesto que el éxito sería que todo ese desarrollo se implementara con los chicos de la escuela, así que el vértigo respecto de la convocatoria era importante.

La propuesta además cerraba con una “choripaneada y hamburgueseada” en donde lo que se recaude sea a beneficio de un viaje de estudios al Tríptico de la Infancia de Rosario, un lugar maravilloso que todas las familias con niños deberían conocer y queda a unos 300 km de la Ciudad de Buenos Aires. Este lugar diseñado especialmente para poner en el centro la imaginación y el juego, resulta un espacio sumamente formativo para futuros maestros y docentes en servicio. Así que como podrán ver, las acciones se van pensando unas encadenadas a las otras.

Fue tal la convocatoria de las familias a la escuela, que no llegamos a abastecer la demanda de comida. La participación y el compromiso con la escuela pública de toda la comunidad se puso al servicio de una jornada a donde todo fue disfrute. No podemos olvidarnos que el juego es un derecho de la infancia y que la escuela, con sus tiempos y espacios tradicionalmente rígidos, no le da mucho lugar. Así que nos las ingeniamos para darle al juego el lugar preponderante que le queremos otorgar y las familias respondieron a la apuesta y la doblaron.

No saben lo que es ver la escuela desbordando de chicos alegres, escuchándolos hablar de que nunca habían visto la escuela así, ¡sin querer irse!

Cuando conformamos la red de colegas que permitió generar el proyecto para las elecciones a las que me presenté para la Rectoría, habíamos puesto el concepto de “escuela abierta” y el de participación en el centro de nuestras expectativas. Y hoy pudimos ver esa escuela en acción: dejo de ser una mera declaración de principios para verse en concreto en la práctica. ¡Imaginen la felicidad que sentimos como equipo! Vivir esta experiencia nos recargó las energías para aventurarnos en el próximo proyecto: diseñar taller expresivos y lúdicos, que prevengan situaciones de violencia en los recreos largos, posteriores al comedor de la escuela primaria, en la jornada completa.

Hoy no paraban de surgir ideas: padres, docentes y estudiantes se acercaban a traer más y más pensamientos y opiniones llenos de ganas de cambiar la escuela. Fue como estar en una usina creativa, en donde no paraban de salir buenas propuestas. Claro que nos queda el desafío de concretarlas, pero ahora que empezamos a ver que se puede… ¿cómo no arriesgar?

“El sistema” es un gigante burocrático llamado a hacernos desistir de todas nuestras ganar de innovar. Sin embargo, ese elefante que parece inamovible tiene quiebres e intersticios, que nos invitan a desafiarlo. Y cuando estamos juntos en una comunidad educativa, ¿cómo no intentarlo?

Aquí les comparto algunas imágenes maravillosas de nuestra jornada, esperando contagiar a otras escuelas para que se animen como algunas nos inspiraron a nosotros.

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5 comentarios

  1. Bravo! La utopía es tan feroz como la burocracia. Pero nos hace caminar! Felicitaciones y te vuelvo a ofrecer mi ayuda.
    Tal vez te interese que repita la experiencia de un taller que hago en Beth sobre el uso de google form para evaluación formativa u otra cosa.
    Abrazos

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  2. Me has emocionado profundamente.Lograr salirse del cerco de la eterna repetición y pegar el salto hacia otro horizonte es hermoso aun para los que lo podemos compartir desde este lugar..El sentimiento de plenitud que es más consistente que el de felicidad nos reune e integra como un imán que tenía piezas sueltas desintegrándose y de pronto recuperan ese eje que nos vuelve como una «identidad recuperada.»Te felicito y hago votos para que tu fertilidad prospere.

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