El cambio es antipático

No hay mucho misterio en esto: el cambio educativo tiene un costo para quienes intentan llevarlo adelante. Partamos de la base de que el sólo hecho de ir contra lo instituido y conocido genera resistencias en la mayor parte de los actores institucionales. Por eso el cambio lo llevan adelante siempre al comienzo unos pocos, quienes son capaces de soportar los embates y la presión de sus pares, las familias o a veces el equipo de conducción.

También es cierto que una vez que el cambio se lleva a cabo, al ver que sus resultados son interesantes, muchas veces produce más adhesiones. Pero nada quita ese momento inicial de molestia que produjo.

Cuando se busca un cambio, se tiene que tener la convicción de que se pagará un costo cuyo impacto más fuerte suele darse en términos de las relaciones interpersonales o el incremento del trabajo. Por lo tanto hay que partir de la idea de idea de que las resistencias que se generen harán que muchas personas critiquen, cuestionen y en ocasiones hasta como reacción ante eso agredan a quienes llevan adelante el cambio. Es esperable entonces que sean muy pocos quienes quieran emprenderlo, quienes estén dispuestos a atravesar estos procesos.

De allí que cuando los cambios en el aula son avalados por el equipo de conducción, el docente se siente al menos contenido y de algún modo “protegido” en sus acciones. En las fases experimentales este acompañamiento resulta clave para poder animarse a más. Así y todo, también es importante tener claro que muchas veces este mismo cuidado del equipo de conducción hacia los “pioneros” puede generar recelo entre los propios docentes e incrementar la resistencia al cambio.

De lo que no hay dudas es que cuando un equipo de conducción propone, alienta y acompaña los cambios, al poco tiempo comienzan a verse los resultados para todos quienes conforman la comunidad.

Cuando hablamos de cambio educativo es siempre importante atender la dimensión que nos plantea: ¿hablamos en términos de lo micro, en lo inherente a lo que sucede dentro un aula? ¿Nos referimos a toda la escuela y aspiramos a lograr que ella cambie en su conjunto? ¿Apuntamos al cambio en el sistema educativo? Algunas de estas preguntas ya las había intentando soslayar anteriormente. Pero me parece fundamental comprender que las resistencias que se enfrentan son diferentes en cada uno de esos escenarios. El cambio que enfrenta lo instituido del sistema suele ejercer más presión sobre la conducción, mientras que los otros se extienden a la totalidad del equipo docente.

Muchas veces uno se conforma con que algunos alumnos transiten vivencias diferentes que les permitan llevarse algo positivo de su trayectoria estudiantil. Sin embargo, cuando se intenta en paralelo plasmar algo de todo aquello en el entorno institucional, con la esperanza de que pueda ser más extendido, suelen desatarse luchas de poder entre quienes antes lo concentraban y se sienten interpelados por los que intentan “mover el avispero”.

Como si esto fuera poco, cuando el sistema no acompaña, y peor cuando además impone una lógica que puede ir hasta en contra del cambio que se intenta en la escuela, los temores se incrementan y las “amenazas” contra los pioneros se multiplican.

¿Cuántos y quiénes son los que están dispuestos a pagar estos costos por el cambio educativo? Sabemos de antemano que muy pocos. Porque el proceso no es gentil ni amigable y porque además, si así lo fuera, deberíamos sospechar entonces que no se trata de un cambio real.

¿Recuerdan la frase “el mundo es de los valientes”? Bueno, yo creo que aplica un poco a este tema. Pero al mismo tiempo baja un poco la presión sobre las expectativas. Tenemos que saber que el cambio es antipático y que traerá malestar. Esperar que todos nos reconozcan con alegría lo que estamos haciendo es una mera ilusión. Por el contrario, nos encontraremos con reacciones que en ocasiones nos parecerán hasta sorprendentemente desmedidas porque mover las piezas descoloca al otro que no está siguiendo nuestra lógica en la nueva experiencia. De allí la necesidad de enfatizar una buena comunicación e intentar fortalecer los vínculos interpersonales cuando se encara un proceso de cambio. Lo que es seguro es que si sos una de esas personas que espera que todos lo quieran, no serás “candidato” a iniciarte en este camino.

¿Crudo? Puede ser. Pero mejor saberlo previamente antes de embarcarse en algo que pueda resultar frustrante y hacerte abandonar la experiencia pagando un costo personal muy alto. Las redes de innovadores son, dentro y/o fuera de la escuela, las que acompañan los procesos de transformación. Sin redes no hay cambios posibles, y se construyen ni más ni menos que vinculando entre sí esos “antipáticos” personajes que se animan a tolerar las resistencias; las miradas enjuiciadoras; que tienen la seguridad y la convicción de que lo que están probando bien vale ganarse esos “enemigos temporales”.

Iniciar estos procesos requiere abrir el debate, poner sobre el tapete los argumentos y discutir a sabiendas de que no llegaremos a consensos absolutos. Es preferible al menos conocer lo que opinan todos los actores que facilitar la perpetuación de circuitos de comunicación paralelos cuyas consecuencias son peores.

Lo bueno es que pasado el impacto inicial, muchos de esos frentes bajan la guardia y es posible sumar a otros. Pero hay que salir preparado al inicio como piloto de tormentas. ¡Que nos encuentre preparados!

 

Créditos imagen: *Dafne* Molesto & Enanete. Fuente: Flickr.
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2 comentarios

  1. Deborah,adhiero firmemente a tus observaciones.Sólo incluiría un hecho que considero sustancial.El cambio si lo es realmente provoca una modificación estructural y eso genera caos,desorden.Y de allí en más comienza el cronómetro de la tolerancia de cada cual.Algunos se disparan a reforzar lo existente este camino si no evoluciona llega hasta el territorio de los fanatismos.Otros intentan corregir algo y llevarlo al terreno de una simple reforma.Y otros que tienen mejor sustento personal afectivo y o de valores acompañan y navegan dentro.Creo que perteneces a este último grupo.Con las disculpas correspondientes te concedo que sea mixto.Agradezco una vez más esta oportunidad.

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