Reflexiones en voz alta sobre el concepto de «Patria»

24 de mayo. Iba para el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires y como siempre que me dirijo a ese destino tenía que atravesar la Plaza de Mayo. Para quienes leen desde otros países, en Argentina el 25 de Mayo se conmemora lo que conocemos como “el día de la Patria” y la Plaza de Mayo es el emblema más representativo de la historia nacional.

Como nunca antes me invadió una extraña sensación: miraba para un lado y veía cómo estaban enrejando la Plaza de Mayo. Miraba para el otro y veía el Cabildo, con un cielo intenso de fondo que lo destacaba con tremenda fuerza.  Un lado y el otro, la libertad y el encierro. Metáforas de lo que vengo sintiendo.

Aparece justo un grupo de chicos de una escuela que no estarían en más de 3er. grado, acompañados por sus maestros. Se notaba su fascinación al ver el Cabildo mientras los docentes contaban la historia y les adelantaban que irían a conocer el Cabildo por dentro. Los ojos de esos chicos brillaban mirando hacia el lado de la libertad. En ese momento, se me hizo un nudo en la garganta y se me empezaron a cruzar por la cabeza algunas de las cosas que voy a intentar sintetizar a continuación.

Cuando era adolescente, plena dictadura, cualquier referencia a la “Patria” la identificaba con opresión y falta de libertad. Los militares vivían usando en sus discursos esa palabra a la que aprendí a detestar porque lo asociaba con ellos y con lo que nos estaba pasando. Esto se agravó mucho más cuando la guerra de Malvinas, cuando mandaron allá a mi primo que era colimba y mientras veía a muchos amigos festejar en la plaza en nombre de es Patria yo sufría pensando qué tenía que hacer allá mi primo muriendo de frío y hambre.

Volvió la democracia, peleamos mucho para que así fuera. Los primeros tiempos me costó amigarme con esa idea de Patria que me retorcía el estómago, pero de a poco fui recuperando la confianza. Empecé a tener participación política y así entendí que cuando hablábamos de Patria era otra cosa que la que me habían transmitido en la escuela de la Dictadura. Los símbolos como la bandera, la escarapela y el himno fueron cobrando otros sentidos para mí, cuando antes los rechazaba de plano.

Incluso en los ´90, cuando mis dos únicas hermanas decidieron emigrar del país porque no les ofrecía ninguna perspectiva profesional ni personal, yo decidí quedarme en “la Patria”. No fue nada fácil, y en en el 2001 volví a dudar. Otra vez esa “Patria” nos estaba jugando una mala pasada… ¡Había que ser fuerte para elegir quedarse!  Ya para ese momento había conformado mi propia familia. Habían llegado mis dos hijos mayores y me empezaba a preguntar cómo enseñarles a ellos qué era la Patria cuando parte de mi familia había elegido otra para vivir. Se me hacía tremendamente complicado, pero era el desafío que debía superar. Ojalá lo haya logrado.

Pasó nuevamente el tiempo. Volvimos a sentir que valía la pena estar en Argentina y aunque con altibajos la idea de “Patria” volvió a darme orgullo como cuando retornamos a la democracia. Otra vez “me amigué” con la bandera, la escarapela y el himno. Pero por alguno de estos extraños vaivenes de la historia argentina, apareció lo que se dio en llamar “la grieta” y nuevamente el sentir patriótico empezó a estar connotado según cómo fuera visto de uno u otro lado de la vereda. Retornaron los odios, los fanatismos. Parte del ciclo que ya conocía. “¡Otra vez sopa!”.

Cuando crucé la Plaza de Mayo vi gráficamente esa devenir: enrejar esa plaza, símbolo de la libertad y del lugar a donde siempre concurrió el pueblo argentino a expresarse en cada uno de los momentos difíciles y a festejar hitos de nuestra historia… una imagen que no se puede digerir. Enrejar la Plaza de Mayo es enrejar la libertad; callar las voces; aplastar los movimientos sociales; negar una historia. Pero frente a ella sigue nuestro Cabildo, firme, como esa pintura que nos mostraban en las figuritas de la Revolución de Mayo en todas sus versiones, incluso las que querían lavar lo de “revolución”. Ahora el Cabildo y la Plaza de Mayo quedarán separados por unas rejas, dejando una Casa de Gobierno bien lejos de las expresiones populares; de las alegrías y de las tristezas; de los festejos y los reclamos.

Los chicos de la escuela que habían ido de visita miraban el Cabildo. Tenían la vista puesta en la libertad. Habían sido dejados fuera de la Plaza de Mayo. Y aunque ahí se grafica bien la escisión sobre la que estamos atorados, a ellos les seguían brillando sus ojos. Fueron ahí a entender la historia, a conocer de qué hablamos cuando hablamos de Patria. Ojalá no hayan perdido la esperanza. La Patria nació gracias a una revolución: nunca olvidemos esto. Sobre todo en épocas a donde nos dicen todos los días que hablar de política es mala palabra, a donde nos quieren hacer creer que tener posicionamientos o defender derechos y causas es algo negativo.

Atravesando esta escena de pronto entendí por qué últimamente cuando canto el himno me emociono. De pronto registré por qué estos días necesitaba ponerme la escarapela. Se me vino la historia encima porque tenemos memoria. Sigo eligiendo esta Patria con sus buenas y malas épocas. Aspiro a no equivocarme en lo que le enseño a mis hijos así como en lo que enseño a mis alumnos. Aunque me quieran sacar las ganas, nadie me puede quitar lo que pienso y siento como “Patria”.

Todo esto pasó por mi cabeza en pocas cuadras que me llevaron caminando hasta el Ministerio de Educación. Allí llegué a reunirme con mis colegas para ir a defender nuestros profesorados que quieren arrasar. Fuimos a una reunión que parecía más bien una emboscada a nuestra esperanza, a nuestras identidades, a nuestra historia. Pero por algo en ese camino antes de llegar se me cruzó por la cabeza todo esto: para seguir teniendo bien presente por qué luchamos. Es el futuro de la escuela pública. Es el futuro de mis alumnos, de mis hijos, de todos los chicos y chicas. Vale la pena seguir luchando por lo que es justo; por la libertad; por la democracia; por esto que es lo nuestro.

No faltará quien quiera hacer de esto una lectura tendenciosa y retorcida. ¡Allá ellos!

En este 25 de Mayo, más que nunca, ¡VIVA LA PATRIA! (ese concepto tan difícil de explicar en la escuela…).

 

3 comentarios

  1. Tus palabras tan sentidas me trajeron vivencias de infancia.La escuela.,la formación de inicio esa manta de guardapolvos blancos y la bandera tan hermosa que aun al verla me conmuevo.Eso era un camino hacia la identidad en construcción.Es mi mejor recuerdo da la escuela de inicio.Luego ya no.Sólo existian mis compañeros.No me gustaba lo que enseñaban Sólo dos profesores me entusiasmaban y esperaba esos dias. Hoy a tantos años de lejanía pero no de intensidad vivida, me siento ubicada en un lugar más ecuménico.De personas iguales ,de cualquiera sea su lugar de procedencia,o su cultura o sus creencias.Tantos millones somos en nuestro planeta y todos diferentes.Qué maravilla de creatividad! ! ! Diferentes e iguales,sólo diversos.Patria, esa palabra que otrora fúe mágica se me ha diluido , Se ha transformado…en algo que aun lo leo impreciso pero siento y sé que es otro su nombre. Lo que se me presenta claro es que allí entramos todos y que nuestras diferencias pasan por otro lado.Siento que no dejaré de emocionarme ,y mucho con nuestra Bandera ,ese azul y blanco que aun hoy me lleva a mi infancia.

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