Chicos que matan a otro chico: preguntas que no tienen respuestas sencillas

La noticia nos conmueve y nos llena de preguntas, nos deja tremendamente impactados. El principal interrogante: ¿cómo es posible que unos chicos planeen y ejecuten el crimen de otro chico?. Es difícil de responder, es inimaginable…

«Uruguay no sale de su asombro por el crimen de un nene de 11 años.Fue asesinado a golpes y machetazos por dos vecinos de 11 y 14 años.»

Si bien no es el primer caso, la proximidad produce un simbronazo cultural y social. Este hecho, ocurrido además en un país que es visto por muchos argentinos como el paraíso de «la vida más tranquila», resulta aún más desestructurante.

Una de las dudas más grandes que se plantean es sobre el «reparto de culpas». Al leer los comentarios a las noticias que han salido acerca del tema, aparecen allí reflejados varios aspectos de nuestra cultura y temáticas que se encuentran en pleno debate. La baja en la edad de imputabilidad de los menores; la situación de violencia intrafamiliar que vive gran parte de los niños; la pobreza económica que lleva a situaciones de marginalidad y abandono; etc.

Como siempre me pasa, no puedo dejar de preguntarme por las instituciones y en particular la escuela. ¿Ninguna institución fue en asistencia de estos niños a tiempo? ¿Nadie vio nada con anticipación?. El padre de la niña de 5 años que fue testigo del crimen relata cómo reclamó a la justicia por su tenencia y se la negaron: la Justicia como primera instancia de instituciones que fallaron.

Diría Alejandro Artopoulos, desde su mirada de sociólogo, «acá se vé claramente la crisis de las instituciones: cuando el mensaje que se lee es que si en las iglesias se abusa y viola a los niños; si en la escuela se los maltrata o asisten sistemáticamente a escenas de violencia; si la Justicia mira para otro lado; si la familia desatiende…». Es una tremenda convergencia que desemboca en un grave problema social. De allí la imposibilidad de encontrar un solo responsable: acá hay múltiples focos que atender en simultáneo. Pero… ¿se tienen que «alinear los planetas» para que estas situaciones se prevengan y evitemos que vuelvan a suceder?

Lo cierto es que esta espeluznante noticia no debería ser el alimento del morbo que los medios aborden como aves rapaces, sino un tremendo llamado de atención a las instituciones para tomarse en serio el tema de la violencia y ponerse a trabajar de otra manera. No se trata de campañas de «marketing» en donde «hacemos como que nos preocupa el tema» sino de un abordaje interdisciplinario de tipo sistemático en las instituciones. Hay que salir con rapidez a formar a docentes, jueces y abogados, personal de salud, etc. para poder atender estas problemáticas con una mirada diferente. Y también hay que revisar todo el sistema normativo.

Vuelvo a pensar algo que he dicho en varias entradas: en algún punto la sensación que comparten los adultos hoy es que no hay normas que se puedan hacer valer, que no hay justicia. Y en este contexto se sienten desprovistos de herramientas para poder señalar «lo que es bueno y lo que es malo» porque ellos mismos ya no lo tienen claro. Lo que podríamos ver claramente como un «robo», es visto como una «avivada» o picardía; lo que es «bullying» se convierte en que «siempre hubo cargadas y había que aguantársela». Y así podríamos enumerar un sinnúmero de situaciones en las que parece que no es necesario delimitar o intervenir porque todo queda naturalizado. En un lugar el discurso educativo «progresista» nos hizo agua cuando se empezó a creer que todo daba lo mismo.

Otro punto fundamental lo constituye la especial mención para el lugar que ocupan los medios. Esta semana tuvimos como noticia central la expedición de la Corte Suprema de Argentina sobre la constitucionalidad de la Ley de Servicios Audiovisuales. Si en vez de discutir solo por los monopolios sí o no empezáramos a debatir sobre una regulación que no sea censura pero sí que responsabilice sobre la difusión de contenidos que afectan a los menores seguramente estaríamos aprovechando lo que la ley nos ofrece.

La naturalización de los fenómenos de violencia en los medios y el altísimo grado de morbo con el que se difunden imágenes a cualquier hora y en cualquier contexto requieren de medidas que protejan la infancia de otro modo. No debería ser algo «normal» que en un canal de cable los chicos estén viendo programación dentro del horario de protección al menor pero que en la publicidad de ese horario vean cuerpos mutilados; escenas de perversiones, abusos o violaciones o incluso elementos de ficción como zombies ensangrentados que atacan personas. Y no es que me ponga «moralista», pero la capacidad de un niño de procesar las imágenes que observa a temprana edad y que consume de manera pasiva llevan a naturalizar algunos fenómenos que no lo son. No siempre los padres están al lado cuando esto sucede por lo que no se puede «hacerlos culpables» del consumo de estas imágenes. Del mismo modo, tampoco se puede cuando los chicos acceden a ellas por Internet y no tienen cerca un adulto que les ayude a «digerirlas» y procesarlas.

Por último, en la escuela se habla de «educar la mirada». Hace ya un tiempo que se está trabajando una línea que aborda la alfabetización en medios desde lo conceptual, pero que no se observa en acciones cotidianas de orden práctico que impacten positivamente sobre la infancia. Es hora de plantear seriamente este tema al interior de las escuelas.

A todas estas cosas están sometidos hoy los niños: es muy difícil que ellos solos puedan discernir claramente lo bueno de lo malo sin una intervención más seria y responsable por parte de los adultos de todas las instituciones. Es necesario recuperar el espacio de la enseñanza de los valores y actitudes con mayor seriedad, lejos de una «moralina» represiva pero hablando los temas cotidianamente brindando un marco de libertad y seguridad. Lo que aparece como «esperable» o «natural» en la sociedad, no podemos permitir que lo sea cuando de violencia se trata.

Tema difícil… debería encontrarnos a todos juntos debatiendo, analizando y buscando estrategias que no cayeran en la lectura lineal y en valoraciones apresuradas.

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