Esta frase suena fuerte y puede provocar muchas reacciones. Sin embargo siempre parto de aclarar que cuando hablamos de política nos referimos a las relaciones de poder y no necesariamente a «partidismo».
Uno de los grandes avances en la Pedagogía y la Didáctica ha sido reconocer que la actividad de enseñanza no es neutral, es decir que no está al margen de las situaciones y contextos sino que por el contrario están condicionadas y son visualizadas a partir de allí. Desde este punto de vista, es imposible pensar por ejemplo que tomar la decisión de poner a chicos en situación de enseñanza y aprendizaje dentro de un «aula container» no va a tener influencia en los resultados. Cualquier tratado elemental de estas disciplinas que mencioné alude a la relevancia del ambiente en las situaciones de enseñanza y aprendizaje. Si hablamos del Nivel Inicial cobra un valor absolutamente decisivo el espacio físico o la infraestructura. Por lo tanto gran parte de las decisiones que se toman en la enseñanza están atravesadas por variables políticas.
En este sentido cabe preguntarnos por el lugar del docente dentro de este escenario: ¿Puede un maestro o profesor mantenerse al margen de estas cuestiones? ¿Puede enseñar aislado de la realidad que lo circunda? Poder seguramente puede… ahora… ¿debería?
Por estos días asistimos a observar los duros golpes que sufre la escuela pública en la Ciudad de Buenos Aires: familias que no tienen vacante para sus hijos en ella y que deambulan desesperadas en busca de una solución; aulas precarias o lo que es peor «pseudoaulas» que no se constituyen en espacios adecuados para la educación; deterioro de la infraestructura general de los establecimientos; pauperización del salario docente; anulación arbitraria de instancias de capacitación; etc. Son muchos y certeros los golpes que se vienen dando. En este contexto, ¿es posible mantener la enseñanza al margen de esta realidad?
Estamos a pocos días de la fecha de inicio de clases. Maestros y profesores asisten desconcertados al desarrollo de sus actividades preparatorias del año mientras se juegan los destinos de los chicos, las familias y los propios. Muy difícil creer hoy que la enseñanza no es una actividad política. Muy difícil considerar hoy que uno puede mantenerse al margen de estos golpes a la escuela pública. En lo personal, como formadora de futuros maestros no puedo dejar de pensar que hoy más que nunca hay que tomar conciencia de que enseñar es una actividad política. La participación efectiva, la implicación, el compromiso ante este escenario forman parte de los desafíos que nos toca afrontar en este inminente inicio del Ciclo Lectivo 2014.
Ojalá estemos a la altura de las circunstancias…