Fuente imagen: #NiUNaMenos
Hace unos días los argentinos amanecimos con los espeluznantes detalles de otro caso de violencia de género por el que aparentemente un chico de 16 años asesinó a su novia de 14 que estaba embarazada. Estupor y horror mezclados con el “amarillismo” de los medios, toda la sociedad se hizo eco de la indignación.
Un grupo que viene abordando este tema, llamado #NiUnaMenos, comenzó una campaña en las redes y una convocatoria a una -esperamos- numerosísima marcha para expresarnos sobre la gravedad de este tema en nuestro país en los últimos tiempos.
Como soy educadora, no puedo dejar de pensar que es imposible llegar a esta situación sin que la educación haya cumplido un rol, ya se por omisión o por colaboración, en la perpetuación de valores y culturas de neto corte “machista”, que ponen a las mujeres en el lugar que hoy se les otorga socialmente. Así es que me pareció que la mejor contribución que podíamos hacer los educadores, era compartir ideas acerca de cómo abordar en la escuela estos temas, pensando en cada uno de los niveles del sistema en particular y sus especificidades. A propuesta de una colega con la que nos vinculamos por Twitter, armé un documento colaborativo para invitar a nuestros colegas a sumar estrategias para empezar a priorizar esta temática dentro del campo de la enseñanza.
Para mi sorpresa, si bien recibí muchas adhesiones a la iniciativa y por día veo que ingresan cantidad de personas a ver el documento, muy pocas han dejado en él sus propuestas. Esto me lleva a pensar qué nos pasa como docentes con el tema de la violencia de género, de la educación sexista y más aún con la implementación de la Ley de Educación Sexual Integral, sancionada en nuestro país en 2006. Es evidente que hay mucho interés en la temática pero que aún no sabemos cómo abordarla, y también lo es el hecho de que nos debemos muchos más espacios y tiempos de discusión dentro de las instituciones educativas respecto del rol que tenemos para de alguna manera empezar a “torcer” esta tremenda realidad que estamos viviendo.
Desde la educación inicial, cuando se sostienen algunas formas cotidianas de dividir a nenas de varones y se les asignan características, etiquetas y hasta tareas a cada uno de ellos por el sólo hecho de ser varones o mujeres, tenemos que empezar a pensar en los mensajes y valores que estamos transmitiendo. Cuando luego reprimimos a los hombres de expresar públicamente sus sentimientos; de llorar frente a otros y los alentamos a “ser fuertes” mientras que elogiamos el silencio y la quietud en las mujeres, ahí también estamos enseñando.
Creo que este es uno de los campos a donde el curriculum oculto, valga la paradoja, se hace más evidente: se enseña mucho en la escuela que va en una línea contraria a lo que deberíamos estar enseñando. Y no hay una intencionalidad de hacerlo sino más bien una escasa conciencia, producto tal vez de los pocos espacios que nos damos para reflexionar y analizar estos temas. Lo que pasa es que hoy ya no hay chance: tenemos que empezar a pensar junt@s para revertir este incremento progresivo de la violencia sobre las mujeres.
Sé que muchos dicen que “son los medios”, que no es tan así; que siempre hubo violencia o que esto es sólo el reflejo de la violencia general. Yo creo en lo personal que ninguno de estos argumentos tienen sentido: hay una realidad que nos llama a abordarla de una manera diferente.
Espero que estas reflexiones animen a mis colegas, siempre creativos, a ayudarnos para pensar cómo cambiamos la educación en este terreno. Aquí les dejo el enlace, y los espero para seguir pensando la escuela!