La moda de las “pruebas integradoras”: más de lo peor de la evaluación

Créditos imagen: Richard Stephenson, permission-grade-teacher--richardstep-unleash-your-strength. Fuente: Flickr

Empecemos por su nombre: si existen la necesidad de integrar, es porque se supone que algo está desintegrado. Y en este caso hablamos de ni más ni menos que del aprendizaje. Si esto es así, representa la confirmación de que la enseñanza estuvo mal.

El supuesto de que el conocimiento es una sumatoria de fragmentos es lo que está detrás de este tipo de exámenes. ¿Qué concepción de enseñanza es la que se sustenta en estos principios? Solamente una tradicional o tecnocrática, que corre detrás de “dar los contenidos” esperando que los alumnos los vayan acumulando a medida que avanza el tiempo. Al final, les espera la “demostración” de cuánto acumularon todo el año. ¿Entonces para qué fueron evaluados antes? Pongámonos de acuerdo: ¿evaluamos la comprensión o evaluamos la acumulación y repetición de información?

La posibilidad de establecer relaciones entre conceptos no es exclusiva de las instancias de cierre. Por otro lado, podemos pensar en ir observando esa capacidad a través de muchos otros instrumentos que sin dudas nada tienen que ver con el examen. Si sumamos estos hechos podemos ver claro la absoluta pérdida de significado de la implementación de estas pruebas.

Me abruma la falta de sentido que se le confiere a la evaluación y su total naturalización por parte de muchos docentes dóciles, que encuentran en la aplicación de este sistema una única forma de concebir el aprendizaje de sus alumnos. ¿Qué pasó todo el año o período que compartieron para que al llegar al final el docente no pueda contar con elementos suficientes para emitir un juicio de valor acerca de lo que sus alumnos aprendieron?

Sigo haciendo una pregunta esencial: ¿para qué evaluamos? El discurso pedagógico aparece plagado de frases vinculadas a la mejora del aprendizaje, a la revisión de los errores, a la necesidad de entender la evaluación como parte del aprendizaje. Analicemos entonces: ¿qué posibilidad de revisión y mejora pueden ofrecer estar pruebas? Ninguna. Si se aplican al cierre, no presentan utilidad alguna. Entonces… ¿su única finalidad es calificar y certificar? ¿Acaso no llevamos años diferenciando la evaluación de estas acciones tal como lo definió Díaz Barriga (1997) y otros tantos desde hace casi 30 años en adelante? La evaluación reducida a la medición es algo que ya no deberíamos ni estar cuestionándonos después de tanta literatura acerca del tema. Un poco de coherencia entre discurso y prácticas no vendría nada mal.

Como si fuera poco, estos exámenes se aplican a sabiendas de que caen en el momento del año a donde ya todos están agotados (alumnos y docentes) y se implementan todas en simultáneo en cantidad de materias que los estudiantes deben cursar en paralelo, cayendo dentro de un período que va entre 15 días a 1 mes. ¿Alguien sensato puede pensar que estas son las mejores condiciones para que los alumnos den cuenta de lo que pudieron aprender? Sumemos a eso: ¿por qué deberían demostrarlo al final? ¿para qué fueron evaluados entonces tantas veces antes? Si evaluar es recoger información, ¡a esa altura del partido deberíamos tener de sobra!

No encuentro una sola razón que sostenga esta moda. Es más: me pregunto de dónde sale y en qué supuestos pedagógicos se fundamenta. Porque de seguro va a resultar bastante difícil sostener que son necesarias para que los alumnos puedan integrar lo que aprendieron, sin dejar de preguntar qué estuvieron haciendo entonces todo el resto del período escolar, mientras parece que sólo guardaban (o no) información cuya única función parecía ser la de aplicarla a algo recién al cierre del ciclo. Algo está muy mal con esto, y sería hora de que docentes y directivos lo cuestionemos.

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6 comentarios

  1. Hola, Débora:

    En la última jornada de Escuela Abierta, en una de las escuelas en las que doy clases surgió abiertamente un planteo como el que invitás a hacer-nos. Digo surgió, porque era un reclamo en los pasillos que finalmente estalló, como suelen ser estos reclamos que se oyen pero no se escuchan.

    La cuestión es que en esa escuela se planifica por proyectos, situación que la hace sumamente atractiva y genera entusiasmos con sus creaciones, muestras, salidas, premios, etc. (no exagero), pero dos veces por año arroja todo por la ventana del aula de arriba con integradoras. Abona la contradicción el hecho de que no se toman en todas las materias sino en las que ya te imaginarás (Matemáticas, Lengua, idiomas, etc.) gracias a lo cual tengo poco trabajo así que me quejo de lleno 😉

    Por otro lado, representan «por ley» el 50% de la nota del trimestre en que se toman.

    Los docentes la tenemos complicada en ese contexto, pero en Neurosis nos sacamos un 10.

    Un abrazo!!

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    • Gracias Quique y Frida por ampliar la mirada.
      Como bien explica Quique las normativas muchas veces impulsan este tipo de sinsentidos: pues entonces vayamos por el cambio de la normativa! ¿Qué más absurdo que otorgar el 50% de la calificación de todo el proceso de aprendizaje a estas pruebas? Es lo mismo que transmitir el mensaje de «no importa lo que te esfuerces durante el año porque total pesará solamente la mitad de tu calificación y la otra se jugará en cómo resuelvas ese día que te toman la integradora».
      Aceptar las cosas sin expresarnos, si dar nuestro argumentos, es también legitimarlas. Creo que si muchos estamos de acuerdo en que esto no funciona (docentes, alumnos, padres, directivos), las administraciones tienen que corregir el rumbo. Será cuestión de empezar a movilizar las propuestas y hacerlas llegar a donde es necesario, no?
      ¡Un gran abrazo para ambos!
      Débora

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  2. Tu trabajo con su agudo análisis que parece un estilete de cirujano Evidencia las falencias de origen que evidentemente cuesta corregir pues está a la vista sus fallas o más bien inadecuaciones a un planeta que lucha entre su fragmentación que ha pretendido ser unida,por no decir pegoteada por acuerdos y o pactos politicos pero que no se realizó una integración desde las diferencias respetadas.
    .Y creo que a eso vamos .Al enorme esfuerzo de integración,hasta donde seamos capaces,pues las inequidades anulan la condición humana y lo que aun queda de ella.y digo inequidades y no desigualdades como se suele decir,pues ésta última anula el respeto a las diferencias,dado que somos desiguales.No penetro en el análisis pedagógico pues no tengo los conocimientos suficientes.Una mirada global me ayuda a entender.Espero que también sea una colaboración.

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  3. Clara y tristemente estas «herramientas» continuan demostrando que la única que está desintegrada es la escuela, es tan preocupante ver que se sigue dando importancia a lo acumulado, a la capacidad de repetir y obviamente hacerlo dentro de los tiempos estipulados por alguna mente superior que establece cuáles son los contenidos a saber y en qué tiempo deben ser incorporados (usar el verbo aprendidos resulta imposible).
    Es preocupante ver que atrasada esta la escuela respecto de los procesos de evaluación, aún cuando se enarbolan las banderas de la evaluación contínua.
    Creo que son muchos los colegas docentes que tienen un conocimiento detallado de sus alumnos y aún así aplican estas herramientas porque es lo que se impone, lo cual deja expuesto la falta de criterios para no considerar que otros elementos de evaluación son posibles.

    La pregunta sigue siendo ¿para qué evaluamos? y creo que en este punto es fundamental que cualquier docente esté en condiciones de diferenciar evaluar de calificar (sorprende que hoy se sigan considerando lo mismo).
    Desde mi lugar como docente en el profesorado la evaluación (presentación de un trabajo final) constituye un cierre de todo lo abordado durante el año y su implementación.
    En la instancia final los alumnos defienden un trabajo que han elaborado justificando las elecciones hechas y analizando las mejoras que se pueden aplicar a cada elemento.

    Se que esto no puede aplicarse en todos los casos pero creo que la evaluación debería ser una instancia de cierre en este sentido las «evaluaciones integradoras» resultan absurdas y no realizan ningún aporte a los alumnos.
    Pero como sucede siempre lo importante no es buscar elementos que favorezcan a nuestros alumnos sino cumplir con las modas impuetas o lo experimentos que desde algún lugar se proponen sólo para simular que se hace sin hacer.

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  4. En Europa tenemos la misma lacra con las pruebas estandarizadas que supuestamente van a dotar de una calidad suprema a nuestro sistema educativo. Gracias por compartir estas reflexiones desde Argentina. Próximamente publicaré una entrada sobre el (sin)sentido de ciertos tipos de evaluación e hipervincularé esta entrada suya.

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