Escena de salida de una escuela primaria. Chicos de segundo grado en fila van encontrándose con quienes los han ido a buscar y van comentando que hoy les entregaron los boletines de calificaciones del bimestre. Escucho tres chicos de 7 años comentar «empeoré en xxx» (SIC). Espero a que mi hijo salga y no viene. La maestra reingresa a la escuela a buscarlo, él sale angustiado y antes de decirme «hola mamá» me dice «-¡empeoré en 5 cosas!». Sorprendida de su comentario le pregunto de qué habla y me cuenta que este bimestre se sacó «Bueno» en lo que en el anterior se había sacada «Muy Bueno». Automáticamente me cuenta que cuando se lo dijeron le dió tanta tristeza que se puso a llorar.
Claro… acá vienen los «tienen que aprender a no exigirse tanto», «es una experiencia de aprendizaje que les pasen estas cosas», «le sirve para después para que se esfuerce», «no es un desaprobado como para que se pongan mal» y tantas otras interpretaciones desde el mundo de los adultos. ¿Pero por qué no somos capaces de verlo desde otra perspectiva?.
Lo primero que salta a la vista es la visión que los chicos tienen de que «han empeorado» en su aprendizaje. ¿Es esto posible? Claramente no: ya lo decía Piaget con claridad cuando explicaba que siempre siempre se pasa de un estado de menor conocimiento a un estado de mayor conocimiento. Por ende, nunca podríamos «involucionar» en términos de aprendizaje. Sin embargo la escuela logra que los chicos crean que esto es factible. En este punto estamos hablando lógicamente en términos cognitivos.
Vamos a otro plano, a lo que representa en términos motivacionales. ¿Puede sentirse estimulado un niño pequeño con esta sensación de «fracaso rotundo»? Claramente no. Y volvemos a caer en el tantas veces mencionado en este blog video de las «Fichas de Poker«. ¿Quién apuesta por la mejora si solo se pondera lo que está mal?
En otro plano, el razonamiento de un chico de 7 años que parece tener más sentido común que las prácticas evaluativas. Mi hijo me pregunta por qué mezclan en la nota lo que él aprendió con «cómo se portó» si son dos cosas diferentes «-Yo sé que a veces no me porto tan bien, pero también sé que aprendí cosas en estas materias. ¿La nota me la ponen por lo que aprendí o por cómo me porté?».
Claramente no es lo mismo calificar las actitudes, intervenciones, participaciones que el proceso y/o el resultado de aprendizaje. Si bien ambas cuestiones están vinculadas, una no es subsumible a la otra. Por eso aparecen diferenciadas en los boletines de calificaciones.
Por último, el «factor sorpresa»: la falta de conciencia de los chicos acerca de su proceso de aprendizaje es un tema que es necesario abordar. El aprendizaje mejora cuando uno/a es conciente de los puntos sobre los que hay que trabajar y mejorar. Cuando la calificación final sorprende, resulta una alerta respecto de esta falta de conciencia y es fundamental trabajarlo. No debería naturalizarse el hecho de que los chicos y jóvenes se asombren cuando ven su boletín. ¿Qué pasó antes? ¿Por qué no fue claro para ellos lo que estaba pasando con su aprendizaje? Claramente aquí se observa la necesidad de una intervención docente diferente previa a la entrega de boletines.
Algunos dirán que no es tan grave, que «lo que no te mata te fortalece». Mi pensamiento sobre la escuela es diferente en este punto: ¿es necesario que los chicos tengan que atravesar esta experiencia? ¿qué les aporta en términos de aprendizaje? Ya habíamos comenzado a hablar de este tema en «La evaluación: uno de los mejores analizadores para pensar la escuela«, pero evidentemente aún queda mucho por seguir pensando.
Me encanto leer este articulo. Me repensar, mi postura, a la hora de evaluar y que criterios intento exponer a evaluar a mis alumnos.
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Gracias Alejandra! Qué bueno ver que docentes que se replantean y reflexionan sobre sus prácticas. Un afectuoso saludo,
Débora
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Es muy bueno este post. Gracias Débora.
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¡Muchas gracias Ana!
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Si hay algo que permite pensar en un buen profesional, además de sus conocimientos y experiencias es el sentido común. De más está decir que el sentido común de esta nota es brillante.
Dentro de todos los actos originados en la devolución de las libretas, el factor sorpresa (miedo) creo que es el más desalentador de todos. Nadie conoce los resultados, ni los alumnos y menos las familias. Se evalúa sin devolución por lo que los criterios por los cuales se alcanza una calificación están en una nube que se aclara para el lado más conveniente cuando alguien requiere una explicación.
Es una pena que uno de los aspectos centrales de la enseñanza (evaluación para mejorar, para entender) se desperdicie ….
Gracias Débora!
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