Estos días de elecciones en Argentina me sorprendo escuchando comentarios maravillosos de niños de jardín y primaria que discuten y debaten sobre los candidatos con una fluidez y entusiasmo increíbles. Tal vez no me sorprenda tanto ya ver hacer lo mismo a los adolescentes de secundaria, aunque sigue alegrándome enormemente.
Lo que no deja de sorprenderme es el escaso espacio que las instituciones educativas dedican a la Formación Ética y Ciudadana. Siendo una inmejorable oportunidad para abordar el tema, me parece insólito como se desperdician estos momentos de profundo debate e intercambio y se los reduce a los espacios de conversación espontánea, sin haber relación con contenido curricular alguno. He observado sólo unos escasos proyectos vinculados a las elecciones, más en el nivel inicial que en los otros.
¿Acaso la vida política y el ejercicio de la democracia es patrimonio exclusivo de los hogares?
El enorme temor que suele haber en los docentes para encarar estos temas, sumado a la fantasía de una “neutralidad pedagógica” claramente inexistente, nos llevan a una situación por la cual dejamos a chicos y jóvenes ejerciendo sus derechos solos y al margen de la actividad escolar.
El compromiso y la pasión con que abordan las nuevas generaciones los temas políticos es realmente destacable. Tanta energía y discurso argumentativo bien podría usarse no solamente para trabajar los contenidos propios del campo de la Formación Ética y Ciudadano sino incluso los de áreas como Prácticas del Lenguaje, Ciencias Sociales. Ni hablar de la posibilidad de conocer estadísticas cuando se esgrimen argumentos relacionados con “tener datos que avalen lo que se dice”: cuánto podríamos aprovechar allí para trabar también contenidos de Matemática.
Todo lleva a pensar que este tipo de temática es ideal para el desarrollo de un proyecto didáctico, y sin embargo pasa sin pena ni gloria reducida a los recreos o con suerte a charla de comedor cuando los chicos pasan el día en la escuela.
Seguimos transitando mundos paralelos: la realidad pasa por un lado y la escuela continúa defendiendo fuertemente su burbuja de contenidos y metodologías tradicionales. En la medida en que no logremos con urgencia tender puentes entre ambos universos estaremos cada vez más lejos de solucionar uno de los principales problemas que aborda hoy la enseñanza: la falta de interés de chicos y jóvenes por aprender lo que se les quiere transmitir.
Como si estas no fueran pocas razones, cabría preguntarse qué pasa con el ejercicio de la vida democrática en las instituciones educativas, con el trabajo sobre los deberes y derechos en donde la escuela debería constituirse en un pilar fundamental. ¿Tenemos escuelas democráticas? ¿Los chicos y jóvenes pueden vivenciar en ellas lo que es un sistema democrático?
Recuerdo que cuando vivimos el retorno a la democracia en Argentina después de tantos años de dictadura muchos maestros trabajábamos con las asambleas de clase. Maravillosa estrategia para poner en práctica de manera cotidiana las formas de entender la participación, desde una perspectiva que ponía en relieve los derechos y nos posibilitaba enseñar con modelos concretos de acción lo que detentaban nuestros discursos pedagógicos. Hoy me pregunto… ¿qué pasó con todo eso? No he visto actualizaciones ni formas de abordaje similares en los últimos tiempos. Y todo indica que aún lo seguimos necesitando.
La democracia no es un hecho externo a la escuela: es un ejercicio permanente que se plasma en cada acción efectiva o discursiva. Parece que en las instituciones educativas en algún momento nos desviamos un poco de estas ideas.
Comparto tus palabras.Y una vez más aprecio la oportunidad de tus participaciones.Durante mucho tiempo hablando con docentes del primario les mencionaba la necesidad de que los niños y también los jóvenes conocieran la constitución nacional dado que es el contrato social de nuestra comunidad por excelencia.La fuente de nuestros derechos y responsabilidades .Una base sustancial de nuestra convivencia hermanada y uno de los sustentos de nuestra identidad.Esto abre un espacio de conocimiento,de intercambio y de aprendizaje. Como también de discusión y crítica . Diferencio el ejercicio de la política de la práctica partidaria.Que ,en este caso considero corresponde al ámbito familiar mientras son pequeños.Luego será su propia construcción .Espero que tu aporte abra un surco y fertilice la tarea escolar.
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Comparto con Uds. una experiencia que me tocó vivir. Con motivo de la sanción de la ley de boleta única en la Provincia de Santa Fe, el Ministerio de Educación Provincial bajo un programa para que los alumnos de primaria y secundaria repitieran el sistema en la escuela. Así. un día, luego de campañas electorales con próceres como candidatos, se votó en la escuela. Participaron el Intendente, Concejales y otras autoridades. Luego se hizo el escrutinio y la publicación de los resultados. Posteriomente, me tocó ser Presidente de Mesa en las elecciones Provinciales y pudimos ver y permitir ingresar a los abuelos y padres con sus nietos/hijos, y eran éstos en los boxes quienes les decían a los electores cómo debían votar, y cómo doblar las boletas. Comprendí que había sido un gran acierto del socialismo esa práctica y gran avance para la democracia. Luego, las elecciones nacionales pusieron en blanco sobre negro un sistema con el otro.
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¡Ojalá Pablo podamos recuperar estas buenas prácticas para las escuelas!
Gracias por compartir la experiencia.
¡Un afectuoso saludo!
Débora
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