No es la primera vez que pasa ni que escribo sobre este tema, pero cuando leo en un periódico un titular en donde un comunicador se refiere de este modo a la profesión docente (en este caso a lAs maestrAs de jardín de infantes), me cuesta seguir de largo como si nada hubiera sucedido.
Cuando se le preguntó su opinión sobre el gobierno, el periodista Marcelo Longobardi se expresó así:
«El Gabinete es un jardín de infantes conducido por tres maestras jardineras»
Ninguna expresión es ingenua, pero cuando proviene de alguien que tiene la responsabilidad de comunicar masivamente sus palabras tienen otro valor. Y cuando un diario las publica en un titular, en medio de la discusión sobre el salario docente, las implicancias son aún mayores.
El mensaje es más que claro. Según este titular el trabajo de las maestras de educación inicial (desconoce por supuesto que existen también los maestros) es una reverenda estupidez: se ocupan de nimiedades y no entienden nada de nada. Salvo que el periodista haya querido resaltar las virtudes de paciencia, compromiso y dedicación al trabajo de los funcionarios del gobierno utilizando esta metáfora -cosa que dudo como todos ustedes seguramente-, estas palabras traducen la subestimación y el desprecio por nuestra profesión.
Si analizamos estos dichos en el contexto del debate por nuestras condiciones salariales, todo resuena de peor modo. ¿Para qué pagarle más a un grupo de seres inútiles que no aportan nada?
Nada es casual. Las expresiones reflejan las representaciones sociales y políticas sobre la profesión docente. Llevamos mucho tiempo escuchando bien instalado en los medios y en las voces de los políticos de turno el discurso de que “son unos vagos”, “tienen 3 meses de vacaciones”, “viven de licencia”, etc. y las palabras de Longobardi rematan esta visión con la de la incompetencia e inutilidad.
La paradoja es que mientras se lo pasan hablando de la calidad educativa, hablan de los docentes como si fuéramos lo peor. Entonces: ¿se imaginan mejorar la calidad educativa sin los docentes? ¿Creen que es posible hacerlo si nos ven como unos inútiles? ¿Cómo consideran que se pude educar sin docentes? Si somos tan malos como piensan: ¿estamos condenados o van a prescindir de todos para la educación?
No voy a decir nada nuevo afirmando que la imagen de los docentes ha ido en picada en los últimos años. Basta recordar cómo era vista la profesión cuando éramos chicos y compararla con las representaciones actuales. ¿De dónde surge este cambio y cómo se agudiza?
Es claro que la docencia no se visualiza como una profesión: sigue estando signada por el “vocacionismo” que resulta su peor lastre. Si no se concibe como una profesión, pareciera que entonces no hay derecho a reclamar por los salarios. En el imaginario sigue existiendo la idea de que deberíamos ser un grupo de mujeres dedicadas a esto “porque queremos” y que entonces no deberíamos reclamar compensaciones. Sobre lxs docentes de educación inicial se cree que sólo van a “jugar todo el día”. ¿Qué van a exigir por andar jugando? ¿Qué formación necesitan para eso? ¿”Goma eva 1” como nos dicen?
Sumemos a esto esa idea de que la docencia se trata de un colectivo lleno de mujeres y abonan entonces al linchamiento popular para alentar a quienes no hacen otra cosa que atacarnos sólo por nuestra condición de tales. Mujer = «andá a lavar los platos».
Perpetuar y amplificar este discurso de desvalorización en los medios ya parece ser como una meta de gran parte de los comunicadores. Yo simplemente los llamaría a reflexionar sobre algo muy elemental: ¿cómo creen que se sentirán los docentes de sus hijos al escuchar lo que piensan acerca de ellos? ¿qué compromiso creen que pondrán en la enseñanza si los padres opinan que son inútiles, tontos o innecesarios?
Así como los docentes tenemos responsabilidades en la escuela, los comunicadores tienen responsabilidad en los medios. Colaborar con extender representaciones cuestionables que sólo abren la puerta para “linchamientos sociales” en las redes, resulta una acción cuestionable. No son ingenuos cuando se expresan y lo saben. Dan letra y argumentos para invalidar todo reclamo sobre el trabajo docente: intentan transmitir la idea de que no tenemos derecho a reclamar nada. Para estas personas nuestra profesión no lo vale. O lo que es peor: ¡ni siquiera es una profesión!
Nadie podría dudar que en toda profesión o trabajo hay gente que lo hace bien y quien lo hace mal. Pero cuando se trata de maestros y profesores es clara la decisión de ciertos sectores de meternos a todos en la misma bolsa y usarnos de “punching ball”. Eso sí: pueden dejar de esperar que de este modo mejoremos la educación. Después no se rasguen las vestiduras cuando se aparezca la profecía autocumplida. Reflexionen sobre las responsabilidades de todos y cada uno en este proceso; recuerden cuando cada uno se refirió a la docencia como eso que parece no servir para nada y por lo que no es necesario tener ningún reconocimiento.
Y periodistas y comunicadores: piensen en cómo se sentirían si observaran que la sociedad se refiere a ustedes con ese desprecio. Las palabras tienen un peso, y a veces son usadas casi como si fueran armas. Pero no se preocupen: tienen la posibilidad de rectificarlo. Los docentes seguimos creyendo que del error se aprende.
Créditos imagen: Francisco Ciavaglia, IMPOSICION DE NOMBRE “LOS QUILMES” AL JARDIN DE INFANTES N°943. Fuente: Flickr.
Débora, super necesarias estas reflexiones en plena época de reclamo salarial.
Yo sigo asombrada/enojada/impotente con la seguidilla de artículos que aparecen en los medios y que, sin ningún reparo ni cuidado, suman a esa representación social que existe sobre nuestra profesión. La que me dejó boquiabierta anoche fue esta: http://www.infobae.com/tendencias/2017/02/09/radiografia-del-mapa-educativo-argentino-mas-docentes-y-menos-alumnos/
Y hace dos días, ésta: http://www.infobae.com/sociedad/2017/02/09/10-000-maestros-portenos-recibiran-una-capacitacion-obligatoria-para-aprender-a-atraer-la-atencion-de-los-alumnos/
Me convocaron como capacitadora en los encuentros y lo que más bronca me da es ver que la descripción que se hace en ese artículo bien lejos está de los objetivos de las capacitaciones.
Y así estamos… mucha impotencia.
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Querida Vanesa,
Tremenda la manipulación que se hace de la información con la sola finalidad de dejar mal parados a los docentes. Muy triste!
Abrazo,
Débora
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gracias por tus palabras! es cierto que no se respeta el trabajo de la «maestra jardinera» siendo que es la que trabaja en la etapa más importante de una persona en esos primeros años donde todo es aprendizaje.
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Cuánta desvalorización vemos de un trabajo tan difícil de llevar adelante María Laura!
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