Desde hace años llega febrero y varios medios se hacen eco de un “deporte” que cada vez parece más popular: pegarle a los docentes. Saltamos de las declaraciones de Marcelo Longobardi refiriéndose al gabinete nacional como “un jardín de infantes con tres maestras jardineras” al ataque en las redes de trolls intencionados; la campaña a donde llaman a cualquiera a dar clase por el paro docente; las variadas notas refiriéndose a que somos vagos; la cantidad de licencias que nos tomamos; los supuestos “3 meses de vacaciones”; lo inútiles que somos o lo mal formados que estamos. Las expresiones de desprecio se incrementan de forma directamente proporcional a lo que se discute el salario docente.
Los comentarios no se hacen esperar, incentivando el proceso de lapidación pública. Para el imaginario social, maestros y profesores sencillamente no merecemos cobrar más porque ven nuestra tarea como algo que no lo vale. Se considera que quienes nos dedicamos a esto debemos hacerlo por vocación, un servicio por el cual no debería exigirse nada a cambio. Como si fuera poco, se nos acusa permanentemente de haber “perdido la vocación”.
Ayer vimos cómo las redes se llenaban con una campaña para alentar a “voluntarios” a dar clase en los días en que hay paro docente. Por supuesto tras este aparente acto “patriótico” se escondió una maniobra política organizada de la que los medios se hicieron eco rápidamente. Mientras voces del gobierno se alzaban a denunciar un “paro político”, trabajaban por detrás llevando adelante esta maniobra política que de ingenua no tuvo nada.
El dolor y la indignación que produjo en el colectivo docente se leyó en todos lados. Sin embargo, diarios y noticieros daban lugar a la campaña de ninguneo al trabajo docente pero no a quienes nos sentíamos pisoteados y ensuciados en cada comentario.
Los medios tienen una enorme responsabilidad en perpetuar y amplificar esta imagen del docente que no vale nada. Paradójicamente, son ellos mismos quienes instalan el discurso de la baja calidad educativa y por supuesto, culpan a los docentes de esto. ¿Acaso es posible pensar un cambio o una mejora al margen de los docentes? ¿Cuál es el sentido de socavar cada vez más la imagen de la docencia?
Desde una perspectiva política se entiende que resulte funcional a la falta de reconocimiento económico que los gobiernos buscan sostener. Sin embargo, desde el imaginario social no hace otra cosa que profundizar la ruptura del vínculo entre la comunidad y sus maestros y profesores. ¿Cómo construir confianza entre familia y escuela cuando median estas representaciones?
Cada expresión despreciativa que se vuelca en los medios o las redes tiene un claro impacto sobre la tarea docente. Los mismos chicos que las escuchan terminan reproduciéndolas. ¿Cómo es posible después para los docentes trabajar con ellos desde esa imagen de descalificación? ¿Es factible el respeto en el vínculo cuando se ve al docente de este modo?
La docencia es una profesión como todas, con gente que la ejerce bien o mal. Plegarse al discurso que favorece los intereses políticos de quienes buscan no reconocerla económicamente como se merece, no hace más que profundizar la crisis. La educación necesita de los docentes y atacarlos cada año -previo al inicio de las clases- no parece ser una estrategia que conduzca a nada positivo.
Tomando las palabras de Manuel Becerra en su blog “Fue la pluma”[1]:
“Los docentes no somos enemigos de la sociedad. Elegimos una carrera que las clases políticas se empeñan en cascotear y en ningunear. Ganamos menos que un supervisor de un call center…” .
Necesitamos reconstruir la confianza porque nuestro trabajo se lleva adelante con la comunidad y no es posible hacerlo bien si estamos enfrentados. Como dice Pedro Figueroa, profesor en Córdoba: “Reconciliar la escuela con la sociedad para exigir en conjunto al Estado, tal vez sea el primer paso para empezar a construir una verdadera educación de calidad.”
Ojalá sea posible empezar este febrero intentando revisar esa imagen que los principales medios transmiten sobre la docencia. Ojalá las familias salieran a defender el valor de la tarea docente para hacerle entender a los gobiernos que con maestros y profesores precarizados no existe una buena educación. Ojalá estoy días podamos sentirnos menos atacados para recuperar fuerzas para llevar adelante nuestro trabajo y defender nuestros derechos. Ojalá todos los docentes estemos juntos en esta lucha. Tantos ojalá…
[1] Becerra, M. “Fue la pluma” https://fuelapluma.com/2017/02/12/tienen-a-los-pibes-de-rehenes-radiografia-de-una-falacia/
Créditos imagen: Bernardo Escamilla, Golpe (2). Fuente: Flickr.
[…] mientras en los medios por estos días se han rasgado las vestiduras invocando la “mala formación de los docentes” y han convocado especialistas que han ratificado estas afirmaciones con sus dichos, aparecen […]
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[…] paros docentes, en el que los medios jugaron un rol activo para la configuración de un nuevo “enemigo maestro” a quien atacar sin reparos. En año electoral todos sabemos, la educación es un trofeo que se […]
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[…] este “manto de sospecha” que la escuela y el docente supieron conseguir, los medios tienen y han tenido un rol preponderante. El permanente fogoneo desprestigiante hacia maestros y profesores ha llegado a un impacto tal que […]
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[…] punto de una licencia de este tipo- pero que indudablemente nos afecta. Si le sumamos el nivel de maltrato social alentado hoy por los medios al que viene siendo sometida la docencia en los últimos tiempos, el […]
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[…] que en el 2017 asistimos a la feroz campaña de desprestigio docente, impulsada por el propio gobierno y alentada por los medios afines y hasta los “desprevenidos”, […]
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[…] pasado el año entero soportando los ataques sistemáticos contra la docencia desde el gobierno y desde los medios afines. Cualquiera que piense que esto mejora en algo la […]
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[…] sistemas educativos del mundo podrán ver que en ninguno de ellos la mejora llegó de la mano del hostigamiento sistemático a los docentes. ¿Por qué aquí tanto empecinamiento en esta línea? Es evidente que los intereses que mueven […]
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[…] paro docente escuchamos en los medios el ataque sistemático a nuestra profesión: que tomamos de rehenes a los chicos; que se pierden días de clase. Nadie parece escuchar que […]
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