Tal vez a muchos de los que me leen les parezca que esta entrada tiene algo de sentimentalismo. Puede ser, no lo niego. Pero déjenme explicarles por qué en estos días miles de profesores y estudiantes de los institutos de formación docente sentimos “dolor de escuela”.
Como ya muchos me han leído y escuchado en algunos medios, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires lanzó un plan para cerrar los 29 institutos de formación docente, Desde que nos enteramos el 22 de noviembre pasado no ha pasado un día en que hayamos desviado nuestra atención de este tema.
Comparto diariamente cerca de 10 horas a donde interactuó con profesores y estudiantes de la formación docente. Nos cruzamos en aulas y pasillos y nos abrazamos; nos damos aliento; intercambiamos ideas y propuestas. Déjenme contarles que en mis 25 años dedicados a la formación docente jamás asistí a semejante nivel de compromiso y cohesión; a una conformación tan sólida de un colectivo en donde se incluyen no sólo los profesores, estudiantes y graduados de nuestras instituciones sino académicos renombrados; personalidades reconocidas de la cultura; referentes sociales; familias de la escuela; etc.
Camino por los pasillos y nos vamos encontrando con docentes y estudiantes y nos vamos abrazando. He visto estos días muchos alumnos/as llorando de tristeza ante esta noticia que pretende arrasar el lugar que los forma, que ataca esa institución que aman y cuidan porque entienden el valor que tiene en sus vidas. ¿Con qué derecho la Ministra de Educación sale a decir a los medios que no tenemos estudiantes? De los cerca de 1700 sólo de nuestro profesorado, sin exagerar conozco más o menos al 70%. Fueron mis alumnos. Supe y sé de sus vidas; de sus problemas; de sus familias; de las necesidades económicas; de sus sacrificios personales; de la preocupación por tener la mejor formación; de la necesidad de lograr recibirse pronto para contar con un trabajo. ¿Cómo puede arrogarse su desconocimiento alguien que no los ha escuchado? ¿Cómo puede desconocerlos como tales?
Ante el unánime rechazo por parte de la comunidad educativa, los investigadores y especialistas, no puedo entender que los funcionarios de un gobierno accionen tan impunemente a espaldas de la ciudadanía, aquella por la cual ellos están a donde están y viven de eso. Hablamos de un proyecto que se hizo sin la participación de ninguno de los especialistas más reconocidos en Argentina en el campo de la formación docente. Es más, ni siquiera los principales especialistas reconocidos y referentes válidos en el campo de la educación. No hemos escuchado uno sólo que se alzara a favor de este proyecto que destruye siglo y medio de historia de las instituciones. Sin embargo, quieren hacernos ver como unos “conservadores” porque ponemos sobre la mesa la trayectoria indiscutida de nuestras instituciones en términos de formación.
Un dato muy interesante es que existe un 50% más de instituciones privadas que estatales que brindan profesorados terciarios en la Ciudad de Buenos Aires, sobre las cuales nada dijeron el Jefe de Gobierno ni la Ministra de Educación. ¿Qué pasaría con ellas? ¿Deberían ser absorbidas todas por una universidad también?
Hoy en día los profesorados privados brindan una formación con requerimientos muy diferentes en términos de prácticas sobre todo. Los profesorados estatales resultan mucho más exigentes. Se producen incluso algunas paradojas tales como que los planes de estudio que se vencen y son modificados en los estatales son en cambio reconocidos en los privados: si un estudiante es obligado a pasarse a un plan nuevo que intensifica su formación en un profesorado estatal, sin embargo en un privado es recibido por equivalencias y culmina su carrera con el plan que quedó fuera en su otra institución. Y recibe un título con la misma validez que en otro profesorado ¿Saben quién es responsable de regular esto? El mismo MInisterio de Educación de CABA que cuestiona la calidad de la formación docente de los estatales.
Parece que para el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires modernizar es destruir, refundar, desconocer. Bajo este manto de supuesta innovación se llevan puestas instituciones y personas mientras que desoyen a todo/a aquel/lla que lo advierte. ¿Esto es democrático como pregonan? ¿Llevarse por delante todo lo que hay en el camino sin atender las consecuencias? ¿Negarse a hablar con quienes componen el sistema educativo, con quienes ponen el cuerpo todos los días en las instituciones?
Hemos pasado el año entero soportando los ataques sistemáticos contra la docencia desde el gobierno y desde los medios afines. Cualquiera que piense que esto mejora en algo la educación no puede estar más equivocado. Y si esas personas tienen la responsabilidad sobre el sistema educativo más aún. En ningún lugar del mundo se han hecho cambios educativos relevantes sin ser de la mano de maestros y profesores.
¿Pero saben qué? Más nos pegan, más nos unimos. Ese dolor que sentimos estos días se transformó en fuerza. No hay fisuras, no hay mezquindades. Estamos todos juntos cuidando nuestras instituciones. Y esos abrazos que cruzamos nos dan aún más fuerza para seguir adelante. El “dolor de escuela” se vive en lo cotidiano con la misma intensidad con que se convierte en el impulso de un colectivo que se alza.
Hay una frase que resume todo por estos días:
“Quisieron enterrarnos pero no sabían que éramos semilla”
Créditos imagen: Racchio. Pain. Fuente: Flickr.
Mucho respeto y amor por la educación pública. Trabajo… dedicación y ver al otro… alumno..
familia… colega. .. por eso duele una medida tan abrupta.
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Gracias Débora! doy fe que conoces a todos y todas, y conmueve escucharlos a ellos hablar de sus profes y de sus autoridades como personas que los forman, pero también los escuchan y los apoyan. Hablan de nosotros, sus profes, con tanto respeto y confianza.
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Tamaño nivel de exclusión de quienes se dedican a formación de docentes en un reciente plan de formación universitaria,me lleva a suponer un temor generado por insuficiente consistencia.-Lamentable.
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[…] Sé que un blog de este tipo no debería ser autorreferencial, pero a veces resulta muy difícil. Y separar en estos días lo personal y lo profesional se vuelve casi […]
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