Día del Maestro que duele

Todos los años festejo con mucha alegría el Día del Maestro. Me parece que es esa jornada especial del año a donde se siente al menos un poco del reconocimiento que nos merecemos como profesionales que hacemos algo con valor social. Es el día en que me gusta enfatizarle al equipo docente de la escuela lo que vale su trabajo, su compromiso, sus ganas. Y si bien este año lo haré nuevamente, debo reconocer que no logro sacarme la profunda sensación de tristeza que me invade desde hace rato.

No quiero ser reiterativa, pero de verdad no he sentido jamás en mis años docentes (que son ya más de la mitad de mi vida), un ataque más virulento e injusto hacia nuestra profesión. Sí he atravesado muchas veces la falta de reconocimiento económico de nuestro trabajo, que ahora se vé más que agudizada, pero no este ataque sistemático desde el gobierno y desde la mayoría de los medios que se hacen eco de ese discurso.

Que somos vagos; que somos “burros”; que somos inútiles. La Ministra de Educación de la Ciudad llegó a decir hace unos días que somos “como chicos”. ¿Qué más?

Me cuesta entender que un Ministerio de Educación crea que va a poder mejorar algo sin sus docentes o lo que es peor, que crea que suma algo insultándolos, ninguneándolos, pauperizándolos. Este mensaje que instalan y llega a las familias, generando un clima de sospecha y enfrentamiento en las escuelas que justifica la “caza de brujas” que quieren promover, sirve para correr por todos lados la idea de que “adoctrinamos”, paradójicamente al tiempo que bajan línea en las escuelas tratando a los docentes como meros ejecutores de sus propuestas sin sentido.

Las contradicciones son totales, ¿pero a quién le importa? La misión es clara: destrozar públicamente la imagen de los docentes.

La Ministra de Educación insólitamente trata de instalar la idea de que faltan docentes en la Ciudad porque la carrera no es universitaria. Resulta increíble que alguien pueda creer esto cuando el salario docente en esta jurisdicción ha perdido estrepitosamente el poder adquisitivo en los últimos años; las escuelas están en pésimas condiciones de mantenimiento y todos atacan a maestros y profesores en los medios. ¿Quiénes pueden sobrevivir a estas condiciones y estar motivados para ser docentes?

A pesar de todo, aún hay algunos “locos/as” que tienen ganas de hacer lo que hacemos, de soportar los embates para hacer lo que nos gusta: enseñar.

Por eso este nuevo Día del Maestro les propongo a mis colegas subir la apuesta: seguir la lucha por nuestras condiciones de trabajo; por la defensa de la infancia; por posicionar nuevamente en la sociedad a la docencia como una profesión respetada; por consolidar nuestras redes de sostén en contextos adversos como los que estamos atravesando.

Sé que este día tiene sólo un valor simbólico, pero usémoslo como excusa para renovar nuestro compromiso entre maestros/as y profesores/as. Podrán atacarnos por todas partes, pero entre nosotros/as sabemos lo que pasamos todos los días en las escuelas y nos sostenemos con afectos; son solidaridades; con todo lo que tenemos a mano para inventarnos otros mundos posibles que nos permitan seguir adelante.

Hay días en que llegamos a casa abatidos/as. Muchas veces nuestras familias nos preguntan si vale la pena todo lo que dejamos. Nosotros/as sabemos que sí: “es un sentimiento”. No hablo de vocación, hablo de elección. En la balanza siempre logramos poner la ganancia más que la pérdida, a pesar de todo.

Optimistas incurables, aunque a veces nos invada la tristeza.

Luchadores imparables, aunque nos quieran doblegar.

Paladines del resguardo de una infancia cada vez más abandonada por los gobiernos.

Este año quiero dedicar especialmente esta entrada a Sandra y Rubén, que esa mañana fueron a la escuela a prepararle la leche a los chicos y los encontró la muerte por la desidia de quienes deberían cuidar alumnos y docentes. Tenemos una deuda con ellos. Como la tenemos con Carlos Fuentealba y con tantos otros docentes que ponen el cuerpo cada día en nuestras aulas. Que la tristeza se vuelva lucha.

¡FELIZ DÍA MAESTRAS Y MAESTROS, PROFESORAS Y PROFESORES DE ARGENTINA!

Me llena de orgullo saberlos cerca.

 

Créditos imagen: muestra “La piel de la Escuela Pública” 2015. Fuente: Flickr.

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