El marketing de la mala formación docente

En la Ciudad de Buenos Aires la Ministra de Educación Soledad Acuña inició el 22 de noviembre pasado los pasos para la creación de una universidad dedicada a la formación docente. Sin mediar consulta alguna con las comunidades educativas de las 29 instituciones implicadas, lanzó el proyecto al mismo tiempo que una tramposa encuesta destinada a toda la población, en la que se preguntaba si pensaban que la formación docente debía ser universitaria. Para avalar este proyecto la Ministra y el Jefe de Gobierno porteño salieron con una serie de declaraciones en los medios en donde se dedicaron a dilapidar la actual formación. Vista la reacción de las comunidades, ya iniciando el 2018, la Ministra morigeró sus críticas hacia la actual formación docente, incluso destacando su historia y tradiciones, aunque nunca se abandonó el discurso de que para jerarquizar la docencia era necesario crear una universidad y desintegrar las actuales instituciones dedicadas a cubrir esta función. He compartido mis primeras reflexiones acerca del tema en la entrada denominada “Universidad para la formación docente: las patas de la mentira”.

Las afirmaciones de la Ministra Acuña se asientan en un sistemático ataque hacia la docencia, a quien le gusta referirse como un colectivo poco preparado para afrontar las necesidades actuales de aprendizaje de los alumnos. Lo que nunca dice la Ministra, es que el salario docente en CABA ha sufrido un constante achatamiento de la escala y que sólo ha beneficiado más al docente que recién se inicia, dato que siempre da en sus declaraciones escondiendo cómo ha perjudicado al resto de los docentes. Por lo tanto quienes constituyen más del 90% de la escala salarial no han recibido nunca el porcentaje de aumentos pregonado por el gobierno y se encuentran bien lejos de haber tenido siquiera la cobertura de lo que fue la inflación real de los últimos años en la jurisdicción, menos aún recuperar la pérdida histórica del valor adquisitivo. Sin embargo, mientras se instala la idea de que maestros y profesores no son merecedores de un aumento “porque la calidad de lo que ofrecen no estaría a la altura de las expectativas”, logra operar sobre todo el imaginario social. ¿Para qué pagarle más a este grupo mal formado e incapaz de mantener los resultados de las pruebas de calidad que el gobierno quiere que rindan?

La otra afirmación vincula la profesionalización con el status universitario. La Ministra desconoce en sus discursos que la formación de maestros y profesores en la Ciudad hace más de 15 años que está articulada con la universidad, al punto de existir convenios firmados desde la jurisdicción con prestigiosas universidades, para la continuidad de estudios de licenciatura de sus egresados e incluso para realización de posgrados. Este fue un gran logro que se dió mediante el inicio de los denominados “Ciclos de Complementación Curricular”, que reconocieron el valor de la formación terciaria no universitaria posibilitando la articulación y continuidad de estudios para la obtención del grado académico universitario. Esta formación se dicta con variadas orientaciones en universidades tanto estatales como privadas. De modo que el argumento sostenido por el actual gobierno resulta simplemente falaz. 

Un aspecto que la Ministra ha señalado reiteradamente como justificación del proyecto UniCABA ha sido la falta de docentes en la jurisdicción. Llevamos años denunciando la gravedad de este tema, pero pareciera que después de gobernar 10 años el mismo signo político recién han recalado hoy en el tremendo impacto que produce sobre el sistema. Mientras todos los docentes venimos denunciando la relación entre la carencia de docentes y la profundización de las malas condiciones de trabajo docente, la Ministra atribuye la falta de maestros y profesores a “que la formación terciaria no es atractiva para los interesados”. Paradojas varias, se mezcla este argumento con otros inherentes a la “falta de vocación”. ¿Por qué se supone que una formación universitaria “despertaría” la vocación por formación docente? ¿En qué argumentos se asienta esta creencia? No aparecen. Todas son especulaciones.

El “creacionismo pedagógico”

Existe en esta gestión la extraña fantasía de que arrasando con todo y refundando, se solucionarán los problemas educativos. La historia de todos los sistemas educativos del mundo, sobre todo los más exitosos, dan cuenta de que nada se ha construido sobre el avasallamiento de todo lo existente. Sin embargo, para el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que no aporta ningún dato concreto que avale estas “creencias”, debemos confiar en que mágicamente la UniCABA vendrá a solucionar todos los problemas de la docencia.

Llama la atención cómo esta experiencia cuasi religiosa logra impactar sobre parte del imaginario social de la comunidad, a quien se confunde tras una pregunta binaria de “si creen que sería bueno que la formación docente fuera universitaria”. ¿Creen que sería bueno tomar decisiones tan estructurales referentes a educación sobre la base de una encuesta on line y sin consultar estudios, investigaciones y especialistas en el tema? ¿Por qué el supuesto de este grupo de funcionarios debería adquirir “valor de verdad” sin datos concretos que lo corroboren?

El sistema de educación superior en Argentina se configura entre las ofertas de nivel terciario universitario y no universitario. Es imposible afirmar que la calidad de uno de los subsistemas es mejor o peor que el del otro porque implicaría una generalización a donde se ponen dentro de la misma bolsa instituciones, tradiciones, historias, realidades, contextos y ofertas totalmente diferentes. Sin embargo, el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires sostiene con “valor de verdad” que la educación universitaria es mejor que la terciaria. Pensemos: ¿esto no ameritaría un debate concreto analizando datos serios referidos a indicadores de calidad que permitieran ser comparables en contextos diferenciados? Este sería al menos un punto de partida: generar discusión en lugar de imponer “creencias” no avaladas en ningún dato empírico.

Resulta entendible que alguien que no pertenece al campo de la educación pueda ser confundido con una pregunta engañosa. Lo que no puede ser justificable es que los funcionarios de gobierno manipulen intencionalmente esto a través de la implementación de encuestas sólo para satisfacer sus deseos. Las decisiones de Estado deberían tomarse sobre la base de datos, estudios, investigaciones que avalaran lo que se está definiendo. Sin embargo, ni la “Secundaria del Futuro” y menos aún el proyecto “UniCABA” se han construido sobre esta base, sino meramente bajo la decisión personal de los funcionarios de turno de “lo que les gusta y lo que no les gusta”. ¿Puede gestionarse un sistema educativo sobre estas bases?

No todo lo que reluce es oro, no todo lo que se cuestiona es cierto

Como hemos manifestado quienes pertenecemos al campo de la formación docente, existe consenso en que hay muchas cosas que debemos mejorar. Lo que no está acordado en qué cosas ni el cómo hacerlo. Los que estamos en las instituciones tenemos bien claro que lo que más afecta hoy del trabajo docente son las condiciones en que se ejerce. Y cuando hablamos de condiciones, contra todo lo que se intenta fogonear desde los medios y las redes, no nos referimos solamente a las cuestiones salariales sino a la cantidad de temas cotidianos que influyen sobre las posibilidades concretas que tiene un docente en Argentina para poder enseñar en situaciones medianamente dignas. Voy a hacer a continuación una breve enunciación, aunque seguro no resultará exhaustiva porque depende de cada realidad y contexto jurisdiccional:

Salario y pluriempleo: la pérdida progresiva del poder adquisitivo del salario docente, agravado por las políticas económicas a donde la inflación produce situaciones familiares en las que llegar a fin de mes se constituye en el principal desafío, empuja a los docentes a tomar más cargos u horas cátedra con el objetivo de poder sostenerse. Así nos encontramos con una gran cantidad del colectivo (sería bueno contar con datos concretos por jurisdicción para mensurarlo), que desarrolla sus actividades en tres turnos: mañana, tarde y vespertino. Las consecuencias de agotamiento e implicancias para la salud resultan más que obvias. Sin embargo, cuando los gobiernos salen a cuestionar -nuevamente sin datos que avalen lo que afirman tan contudentemente y con tanta soltura como la principal causa de los males de la calidad educativa- el tema del ausentismo, jamás se correlaciona con estas condiciones de trabajo y su impacto sobre el deterioro del estado de salud de maestros y profesores.

Tiempos y espacios institucionales: la situación anterior se agrava por la carencia en términos de tiempo de dedicación a la planificación, la evaluación y el trabajo en equipo que existe en las instituciones educativas. Quien trabaja todo el día transitando en centros urbanos por ejemplo de una a otra escuela y cuando llega a cada una de ellas sólo tiene tiempo para estar enseñando frente a los alumnos, difícilmente pueda abocarse a todo lo inherente a un adecuado diseño de la enseñanza. En este sentido, algunas iniciativas como las de “profesor por cargo” podrían ser interesantes si resultaran extendidas a toda la población docente y si se permitieran en el horario real la configuración de espacios de trabajo conjunto. Pero claro, esto no sucede. Hasta ahora, todos han sido parches en donde se mira la educación como un gasto y no como una inversión.

Infraestructura y recursos: para llevar adelante nuestra tarea, como cualquier otra, se requieren condiciones materiales mínimas resueltas. El estado en que se suelen desarrollar las actividades de enseñanza en las escuelas públicas implica un enorme desgaste por parte de los equipos docentes y directivos. La falta de recursos destinados al mantenimiento (muchas veces provistos y solventados por los propios docentes ante la carencia) así como la escasa ejecución de obras de mejora, genera una sobrecarga en las tareas cotidianas tanto en lo inherente a la atención de cuestiones de seguridad como a la atención de los requerimientos para el desarrollo de los aprendizajes de los alumnos. Si esto se suma al desgaste docente enunciando en el primer punto, referido a la necesidad del pluriempleo, este factor se amplifica.

Situación social y económica de las familias: la difícil situación que atraviesan numerosas familias que conforman la comunidad de las escuelas implican la atención de factores que exceden ampliamente lo referente al aprendizaje. Existe no solamente la necesidad de dedicar tiempo a estos temas sino también la de contar con una disposición emocional, afectiva y operativa para orientar a las familias. Los docentes nos llevamos a la salida del trabajo un enorme peso sobre los hombros: nos cuesta sacarnos de la cabeza muchas situaciones que asistimos, algunas de las cuales derivan en todo tipo de violencias de las que a veces por implicarnos también somos objeto. Mientras los organismos que debieran atender y accionar en la protección de las infancias no intervengan de forma adecuada, esta enorme sobrecarga seguirá recayendo en docentes y directivos. ¿Cómo pensar que estos factores no tienen un peso decisivo sobre las condiciones de trabajo? El sistema tiene muchas deudas pendientes en este sentido.

Podría enunciar muchas otras cuestiones, pero no lo creo necesario. Las que aquí se han consignado ya resultarían más que suficientes para comprender que es mucho lo que se hace en este contexto desde las escuelas y que si bien necesitamos mejorar cantidad de cuestiones mientras las esenciales no se resuelven será realmente difícil avanzar. ¿De quiénes son entonces las responsabilidades sobre la mejora de la educación?

Podrán corrernos con el ausentismo docente; podrán acusarnos de haber perdido la “vocación”; podrán denigrar nuestra formación construyendo campañas para atacarnos desde ángulos inéditos; pero lo cierto es que mientras quienes toman las decisiones políticas en educación sigan mirando para otro lado y haciéndose los distraídos sobre los temas enunciados, nada va a cambiar.

El negocio del marketing de la mala formación docente se cae al segundo de mostrar la realidad. Quien quiera conocerla, sólo debe intercambiar con docentes o directivos de escuelas públicas o acercarse a alguna de ellas para verlo. Claro que no todas están igual, pero sin ninguna duda les puedo garantizar que vayan a la que vayan, estas cosas de las que aquí estoy hablando aparecen.

Quienes quieran aún seguir creyendo la propaganda de “son todos vagos que tienen 4 meses vacaciones, faltan siempre y no saben enseñar” que lo demuestren con hechos que trasciendan el “un docente faltó medio año…”, porque de esos vivos van a encontrar en cualquier trabajo, pero la cantidad de maestros y profesores que le ponen el cuerpo todo los días con compromiso, de esos indudablemente son muchos más. Y, lamentablemente, con esos no se hace nada de marketing.

Créditos imagen: Oscar F. Hevia, Vendedora. Fuente: Flickr.

 

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4 comentarios

  1. Hola Pamela, me alegra que te resulten interesantes!
    Te cuento un poco más. En el 2001 en CABA, luego de una historia de desarticulación entre el nivel terciario y la universidad que nos llevaba a empezar de cero las licenciaturas a graduados de profesorados, se firmaron convenios con distintas universidades. Esto implica el reconocimiento de los planes de formación y la posibilidad de continuar estudios para obtener la licenciatura universitaria cursando sólo dos años más después del profesorado. Asimismo esto implica la posibilidad de seguir el posgrado, ya sean especializaciones, maestrías o doctorados una vez obtenida la licenciatura.
    Se ofrecen orientados a distintos campos y disciplinas, en numerosas universidades públicas y privadas. Podés encontrarlo buscando por el nombre de ciclo de complementación curricular.
    Cualquier otra duda consultame.
    Un afectuoso saludo,
    Débora

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  2. Este artículo además de su postura polémica aporta una información que la ciudadanía desconoce, entre quienes me incluyo.Por eso lo compartiré con especial interés.Y acuerdo contigo que he apreciado en otras tantas situaciones una prevalencia por gustar y caer bien que me molesta ,más aun cuando quienes escuchan o leen la información nos encontramos en situación de ignorancia.-Por lo tanto cada vez que se encuentra a mi alcance acercar información concreta,como es tu caso,me complace hacerlo como una modesta contribución.-

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